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Viernes santo

Missio • abr 03, 2021

MAÑANA DEL VIERNES
Día de ayuno, oración y meditación de la muerte del Señor. Ya estamos en el Triduo Pascual. Momento más importante de la Semana Santa.
Desde ayer jueves a las 6 de la tarde participamos de un ayuno total de 24 horas (hasta las 6 de la tarde de hoy), siguiendo la forma judía en el primer siglo de contar el día y la noche. De esa manera comenzamos a ayunar el viernes en la “primera vigilia de la noche” y terminamos el mismo viernes al final de la novena hora.

Hoy nos levantamos antes del amanecer (como hacía Jesús), y comenzamos a leer el pasaje de Juan 18:1-19:42. No lo leas entero a la mañana. Ve de a poco, avanzando paso a paso por las diferentes situaciones que atraviesa Jesús.
Al igual que el de ayer, este es el texto que la Iglesia lee y ora en este día desde la tradición de los primeros siglos.

DESPUÉS DE HABER LEÍDO EL PASAJE DEL EVANGELIO  
Hoy, al estar separados para Dios en ayuno, vamos a ir leyendo, meditando y orando este largo pasaje a lo largo del día. 

Jesús fue entregado por Judas y apresado, y luego pasó parte de la tercera vigilia de la noche, y la cuarta vigilia (más o menos entre las 2 de la mañana y las 6 de la mañana) siendo interrogado primero por Anás (Juan 18:12,13), luego por Caifas (Juan 18:24), y golpeado y escupido (Mateo 26:67). En ese momento aún de noche, antes del amanecer, es cuando Pedro niega tres veces a Jesús (Marcos 14:66-72).

En la llamada “primera hora” (de 6 de la mañana hasta las 9 de la mañana) Jesús es interrogado primero por Pilato y luego por Herodes, para volver otra vez con Pilato y ser condenado (Lucas 23:1-25), y también golpeado, escupido, y coronado por los soldados romanos con una corona tejida de espinas en la cabeza (Mateo 27:27-31).
En la “tercera hora” (de 9 de la mañana hasta las 12 del mediodía), Jesús lleva su cruz hasta el Gólgota y es crucificado (Marcos 15:25).
“Cuando vino la hora sexta (se refiere a alrededor de las 12 del mediodía), hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena (se refiere a las 3 de la tarde) Jesús clamó a gran voz… y expiró” (Marcos 15:33-37).
En las últimas 3 horas del día viernes (“la hora novena”, desde las 3 de la tarde a las 6 de la tarde para nosotros hoy en día), José de Arimatea “entró osadamente a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús” (Marcos 15:43), éste se lo concedió, y él, junto a Nicodemo (Juan 19:39), “lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas”, lo pusieron en un “sepulcro nuevo” (Juan 19:40-42), y José de Arimatea “hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro (Marcos 15:46), un rato antes de que llegue el día sábado (lo que para nosotros serían aún las 6 de la tarde del viernes). María Magdalena y María la hermana de la madre de Jesús, miraban todo esto (Marcos 15:47).

DURANTE EL DÍA
Hoy es un día para la oración y el ayuno. Cuando es posible, los cristianos son instados a quedar libres de trabajar y de todo compromiso social o familiar, para dedicarse a la oración, lectura y meditación del relato de este Viernes Santo.
En la hora sexta (12 del mediodía para nosotros) recordamos las últimas siete palabras de Jesús: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46).
Y luego, enseguida, antes de la hora nona (las tres de la tarde para nosotros), la hora de la muerte de Jesús, atravesamos ese tiempo recordando las “Estaciones de la Cruz”.

¡Comparte todo esto con tus hijos! Dios está contigo, y ÉL te va a usar como su instrumento para dirigir sus vidas.

Antes de terminar el día (antes de las 6 de la tarde para nosotros), nos reunimos en silencio en familia para entrar en el tiempo de oración mientras reflexionamos sobre la muerte de Jesús en la cruz.
Oramos por las necesidades del mundo. Reconocemos el poder de la cruz en nuestras vidas hoy. Es un día para que, así como en los días patrios mucha gente muestra en sus casas la bandera de su país, del mismo modo nosotros hagamos que en nuestras casas esté bien visible la cruz. ¡Es nuestra bandera de la patria!
A las 6 de la tarde (para nosotros hoy), entregamos en oración al Señor en familia nuestro ayuno. Ya podemos cenar. 

NOCHE DEL VIERNES
Contempla antes de dormir cómo los apóstoles se reunieron esa noche con miedo y en oración reflexionando sobre todo lo que había ocurrido. Según Juan 20:19 estaban llenos de “miedo”, y según Marcos 16:10 “estaban tristes y llorando”.
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En el mes de noviembre celebramos el evangelio del reino de Dios. Desde el 2 de noviembre hasta el día de la Celebración del Reino de Cristo (el domingo anterior al comienzo de Adviento). Tenemos por delante días de celebración donde Dios quiere hablarnos y revolucionar nuestras vidas e Iglesias. Como escribió Darrel Bock: "Nada lleva más al estancamiento que una institución olvide para que existe". Si como Iglesia perdemos de vista, confundimos o traicionamos para qué existimos, solo nos espera el fracaso total. ¡El evangelio del reino de Dios es esencial a nuestra existencia!
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Estamos en tiempo de Cuaresma . “Quadragesima” (latín), *”Cuaresma”* en castellano, o “Lent” como se lo llama en inglés en las Iglesias Anglicanas, Luteranas, Presbiterianas, Metodistas y muchas Bautistas, data desde el siglo IV en el primer Concilio de Nicea (325 d.C.), cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y la oración. Al principio hubo discusiones sobre si se debía ayunar un día en este período, 15 días o si 40 días. Hasta que en el año 331 d.C. Atanasio exhorta en sus “Cartas Festales” al ayuno en toda la Cuaresma. Y así se hizo por muchos siglos. Si quieres ayunar en este tiempo, puedes aprender más sobre el ayuno de Cuaresma AQUÍ . Los que estamos bautizados nos preparamos fuertemente para la renovación de nuestra consagración bautismal. Y los que no están bautizados para recibir el bautismo en el “Domingo de Resurrección”. Es tiempo de reflexión, contemplación, humillación, arrepentimiento, confesión, conversión, santificación, ayuno, oración, perdón, entrega, devoción y caridad. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, buscando ser más como ÉL, y amarle más. 1 Juan 2:6 nos exhorta: “El que dice que permanece en ÉL, debe andar como ÉL anduvo”. La Cuaresma dura 40 días. Comienza el “Miércoles de Ceniza” en el que ayunamos, y termina el Domingo de Ramos, el cual a su vez inaugura la Semana Santa. Nosotros, en el primer período de 30 días, desarrollamos tiempos devocionales a la mañana en los que oramos un pasaje específico de un Salmo, y luego leemos una porción del evangelio. Una vez terminado este primer período, en las 2 semanas llamadas “El Tiempo de Pasión” (refleja el tercer año del ministerio del Señor y los últimos sucesos de su vida terrenal), hasta el “Domingo de Resurrección”. En las “Estaciones de la Cruz” (hasta el Domingo de Resurrección) somos invitados a la imitación de Jesús para poder seguirle. Lo miramos a ÉL cada mañana para saber cómo debemos ser nosotros. Pero no solo eso. Como en la Cuaresma, nuestro foco de atención también está puesto en admirar a Jesús, nos entregarnos para ser conquistados por su amor inigualable, incomprensible, sin medida, fuera de toda lógica. Agustín de Hipona escribió: “Señor y Dios mío, todo lo que veo sobre la tierra y por encima de ella, todo me habla y me exhorta a amarte, porque todo me dice que ha sido creado por el *amor* que me tienes”. Si todo lo que vemos en la creación debería llenarnos de amor y admiración por nuestro Dios, ¿cuanto más el acto directo de amor supremo cuando se dio a nosotros enteramente en la Semana Santa? Por esto el apóstol Pablo escribió: “el amor de Cristo nos impulsa” (2 Corintios 5:14 - RV2015). Una vez que llegamos al Domingo de Resurrección disfrutamos de la celebración más gozosa del año. Puedes escuchar nuestros sermones de este tiempo AQUÍ .
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