Nuestra fe

Nuestra fe


Esencialmente

¡Somos una Iglesia evangélica!

1

Creemos en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Un Dios en tres Personas. Solo a Dios oramos y adoramos.

2

La salvación es solamente en genuino arrepentimiento para con Dios y fe en Jesús.

3

La Iglesia, dirigida por pastores, ordenada de acuerdo a la voluntad de Dios, ama, empodera, busca la santidad y la enseña. El creyente desarrolla su vida cristiana comprometido en su Iglesia local. La verdadera fe siempre produce obras.

4

El Espíritu Santo hace poderosa y eficaz a la Iglesia en santificación, edificación, dones y milagros. Creemos en la vigencia de todo esto sin ninguna diferencia con la Iglesia del primer siglo.


5

Jesús regresará con gloria a juzgar a vivos y muertos, y a establecer el reino de Dios en la tierra, y los creyentes reinarán con ÉL.

6

La Biblia es la Palabra de Dios infalible, la cual, en sus temas centrales, define con única autoridad los puntos anteriores.

Credo


(Esto es lo que afirmó la Iglesia cristiana desde que Jesucristo la fundó hasta ahora. Aquellos que creen esto y lo viven son nuestros hermanos en la fe):


Creemos en Dios Padre Todopoderoso (2 Corintios 6:18), creador del cielo y de la tierra (Génesis 2:4), de todo lo visible y lo invisible. 

Y en Jesucristo (1 Corintios 8:6), Hijo único de Dios (1 Juan 4:9), por quien todo fue hecho (Colosenses 1:16); que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo (Juan 3:13-16), por obra del Espíritu Santo se encarnó de María siendo ella virgen (Lucas 1:35), y se hizo hombre (Filipenses 2:7; Hebreos 2:14); y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato (Mateo 27:1-56); padeció y fue sepultado (Mateo 27:57-66); y resucitó al tercer día, según las Escrituras (1 Corintios 15:3-8). Y subió al cielo (Hechos 1:6-11) y está sentado a la diestra del Padre (Hebreos 1:3) y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos (2 Timoteo 4:1) y su reino no tendrá fin (Lucas 1:32,33). 

Y en el Espíritu Santo, Señor (2 Corintios 3:17), Dios (1 Corintios 2:11; 1 Juan 5:7), y dador de vida (Ezequiel 37:1-14), que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, que habló sin error en las Escrituras (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21), y que exactamente como en el primer siglo, sigue haciendo poderosa y eficaz a la Iglesia para predicar el evangelio (Hechos 1:8), adorar a Dios entre las naciones (Romanos 15:7-19) y ser una fiel manifestación del cuerpo de Cristo presente (Romanos 8:29; 1 Corintios 12:27).


Afirmamos que el hombre, habiendo sido hecho “recto” por Dios (Eclesiastés 7:29), por tentación de Satanás desobedeció a su Creador (Génesis 2:16,17; 3:1-6), por lo tanto introdujo maldición a la tierra (Génesis 3:17), perdió su lugar de comunión con Dios (Génesis 3:23,24), trajo hacia sí mismo toda clase de aflicciones (Génesis 3:16-19), entró en el estado de la muerte (Romanos 5:12), quedó bajo el juicio de Dios (Romanos 3:19,20) y el dominio del diablo (1 Juan 5:19; Efesios 2:1-3).

Pero confesamos que la persona que genuinamente cree en Jesús es salva de la condenación eterna (Hechos 16:31; Juan 3:18) y trasladada “de la potestad de Satanás a Dios” (Hechos 26:18). Esa fe que salva cree que Jesús es la Persona que anunció el Antiguo Testamento de principio a fin como el Rey, Salvador, Señor, Cristo, e Hijo de Dios por medio de quien hay perdón de pecados (Efesios 1:5-7) y pronto será restaurada toda la creación (Hechos 3:21; Apocalipsis 21:5). Y esta fe incluye el arrepentimiento del pecado (Hechos 2:37,38), y en todos los casos, en su nueva vida en Cristo (2 Corintios 5:17; Efesios 5:5-10), la obediencia a su Palabra (Juan 8:31; 1 Juan 3:7-10). Ya que aquel que entrará al reino de los cielos no solo afirma que Jesús es el Señor, sino también hace la voluntad de Dios (Mateo 7:21-23; 1 Corintios 6:9,10; Gálatas 5:19-24).

De lo contrario, sin buenas obras, su fe está muerta (Santiago 2:14-26) y simplemente se engaña con una “religión vana” (Santiago 1:26). Sin santidad nadie verá al Señor (Hebreos 12:14)


Creemos en la Iglesia, que es una, existente desde que Jesucristo la fundó hasta ahora (Mateo 16:18), santa (Efesios 5:27), global y regida por la doctrina que Jesús le entregó a sus apóstoles (Mateo 28:19,20) y ellos a su vez entregaron a la Iglesia en el primer siglo, de forma oral (Hechos 2:42), y luego por escrito (2 Tesalonicenses 2:15), reflejado infaliblemente en el Nuevo Testamento.


Afirmamos que todo creyente en obediencia a Jesús debe añadirse comprometidamente a una congregación cristiana (Hechos 2:47; Hebreos 10:25) dirigida por pastores/obispos/presbíteros según cualquiera de estos títulos se utilice (Hechos 20:28; Hebreos 13:17), ordenada de acuerdo a la enseñanza cristiana (1 Timoteo 6:3,4), y la voluntad de Dios (Colosenses 1:9); “por la gracia de Dios renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos” (Tito 2:11,12; 1 Juan 2:15,16), y en esa determinación bautizarse en agua (Mateo 28:19; Marcos 16:16; 1 Pedro 3:21), y participar asiduamente de la Comunión (Hechos 2:42; 20:7; 1 Corintios 11:17-34).


Oramos al Padre en el nombre de Jesús (Juan 16:23), y adoramos solo a Dios (Apocalipsis 22:9).


Esperamos la resurrección de los muertos (Juan 5:29) y la vida del mundo futuro (Apocalipsis 19-22), en la que aquellos que sirvieron a Jesús recibirán recompensas eternas según lo que hayan hecho (2 Corintios 5:10; Lucas 19:11-26; Juan 12:26; Apocalipsis 2:23) y reinarán con ÉL (Daniel 7:27; 2 Timoteo 2:12; Apocalipsis 5:10). Mientras que las personas que no "obedecieron al evangelio de nuestro Señor Jesucristo" (2 Tesalonicenses 1:8) serán “lanzadas al lago de fuego” eternamente (Juan 3:18; Mateo 25:41-46; Apocalipsis 20:11-15).

Amén.



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Missio subscribe a la “Confesión Católica de Reforma Continua” (creada y firmada por miles de teólogos y pastores evangélicos) y su búsqueda de la unidad en las verdades cristianas centrales (+ info ACÁ).

*Entendiendo “Católico” no como estando en conformidad con Roma y su Papado (tenemos graves diferencias con ellos), sino como la expresión lo indica, formando parte de la Iglesia histórica de toda la era cristiana y todo lugar, que vivió una Reforma en el siglo 16.


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