Maitines adviento

 

MAITINES

adviento-navidad-epifanía

Adviento - Navidad - Epifanía
El Adviento marca el inicio del año cristiano. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía. Después de la preparación de 4 semanas del Adviento, celebramos el tiempo de la Navidad, desde la víspera, 24 de diciembre, hasta el domingo siguiente y después hasta al 6 de enero en el que festejamos la Epifanía. Este Laudate especial del 2024/2025 es desde el domingo 1 de diciembre hasta el 6 de enero.

Tiempo con Dios

SALMO 90:14

 "Repletos somos por la mañana de tu misericordia, y nos regocijamos y deleitamos..."

SALMO 5:3

"De mañana, oh Señor, oirás mi voz. Al amanecer me pondré en tu presencia, y te contemplaré"

MAITINES

 Es sobre todo un tiempo de alabanza y súplica de la Iglesia con textos bíblicos.

 

A primera hora Maitines

En los primeros siglos, al comenzar el día, había 3 tiempos devocionales: Maitines (alrededor de las 2 ó 3 de la mañana), Laudes (antes del amanecer) y Prima (6 de la mañana). Nosotros resumimos esos tres tiempos en uno y nos quedamos con el nombre del primero: Maitines.


Nos despertamos antes del amanecer.

En el amanecer, los cristianos de los primeros siglos veían triunfar al poder de Jesucristo sobre el infierno en ese momento lleno de felicidad. E iban a Dios para pedirle que no les permitiese la miseria de abusar de su luz, que únicamente les daba para iluminar sus caminos, emplearla en su servicio y trabajar en su santificación. Era el gran tiempo de la "matutinae praece" ("oración matutina").

Nuestra vida está consagrada a la alabanza llena de amor y elogio de nuestro Dios. Por lo tanto, nuestro despertar es el comienzo. Nuestro primer pensamiento debe ser alabanza. En la alabanza y adoración a Dios el ser humano no solo encuentra la fuente de su vida, sino también su perfecto lugar, la adoración es la postura sana, buena y verdadera del alma. Es ahí donde todo se ordena, es el principio, la sabiduría fundamental de donde se deriva todo lo demás. "En los atrios de nuestro Dios florecemos" (Salmo 92:13).

Una tentación que intenta constantemente nuestra carne es la de distraernos con cualquier otra actividad que está relacionada con el Señor pero que no es ni alabanza, ni oración, ni meditación en la Palabra. Debemos usar de dominio propio y no ceder a esta trampa. Con este fin nos prohibimos a nosotros mismos absolutamente toda distracción como escribirle a alguien sobre lo que Dios nos está hablando, ver algún video, leer algo por internet, trabajar ministerialmente, etc...

Otra tentación es la de ponernos a continuar leyendo algún libro cristiano que estamos leyendo en ese tiempo. Necesitamos comenzar el día, primero en alabanza, y luego en clamor unido a la meditación de pasajes cortos de las Escrituras.

Si esos pasajes son los mismos que nuestros hermanos también están usando en ese momento, mejor. Eso combate nuestro orgullo e independencia carnal; y nos une en comunión.

Acá también evitar la tentación de querer ampliar lo leído con otros pasajes paralelos o complementarios (puedes encontrar otro momento del día para estudiar con detalle los pasajes que quieras). Necesitamos encontrar todo nuestro alimento en ese mismo pasaje. No es el mucho leer lo que guiará y alimentará, sino el cavar, profundizar, saborear, masticar y digerir cuidadosamente un pasaje a la vez. Lo que Dios quiere hablarnos está ahí, escondido muchas veces a nuestra mente, pero el Espíritu Santo está listo para revelárnoslo al releer y releer, orar y orar.

Y para focalizarnos memorizamos algunos pasajes de alabanza a Dios y los decimos como primeros pensamientos de la mañana. Son recomendables los Salmos 113:2,3 y 145:10,11.


Esta Hora, que se tiene con la primera luz del día, trae a la memoria la resurrección del Señor Jesús, que es la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (Juan 1:9) y el "sol de justicia" (Malaquías 4:2), con el que "nos visitó de lo alto la aurora" (Lucas 1:78).

Cipriano escribió en el año 258 d.C.: "Por la mañana se debe orar, para celebrar con la plegaria la resurrección del Señor" ("De Oratione Dominica". 34).
Cuando el sol va alzándose en el horizonte, levantamos con Cristo una gran alabanza al Padre celestial.

Plinio el Joven, en una carta a Trajano (año 112 d.C.), habla de la reunión matinal que los cristianos celebran para cantar a Cristo como a un Dios


Alabamos a Dios en nuestros corazones por el don fundamental: la Creación. Recién salida de la noche, esa gran obra realizada en el Verbo al comienzo de todos los siglos y que será restaurada por ÉL, nos recuerda la hora de la Resurrección de Cristo, cuando superada la noche del sepulcro y de la muerte, amanece como Luz del mundo y como principio de la nueva creación para la gloria del Padre y para la salvación de los hombres.




Adviento-Navidad-Epifanía

Vestirme de Jesucristo

“Oh Dios, ‘tú nos has sido refugio’ (Salmo 90:1), ‘de mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días’ (Salmo 90:14).

Te ruego, hoy ‘suban mis oraciones para memoria delante tuyo’ (Hechos 10:4). Te suplico Dios bendito, tú que nos diste pleno acceso a ‘toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo’ (Efesios 1:3), permíteme ahora subir y ‘vestirme de mi Señor Jesucristo’ (Romanos 13:14) ‘buscando esas cosas de arriba, donde está Cristo sentado a tu diestra’ (Colosenses 3:1), en esos lugares celestiales donde nosotros también estamos sentados por ÉL (Efesios 2:6). Ayúdame, te lo ruego, a vestirme de todo lo que tu Hijo Jesús me concedió en su muerte y resurrección. Que de esas ‘inescrutables riquezas’ (Efesios 3:8) tome yo en esta mañana, y ‘la herencia de los santos’ (Efesios 1:18) sea mi realidad para este día. Todo lo que necesito en este siglo presente lo tomo de esa ‘bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo’, gracia absolutamente suficiente, ‘riquezas de la gloria’ (Efesios 1:18), la ‘grandeza de tu poder que actúa en nosotros los que creemos’ (Efesios 1:19) llevándonos a vencer en este mundo (Apocalipsis 2:26) y haciendo avanzar el reino sin que nada nos sea imposible (Mateo 17:20).


Y así, clamo a ti para que también pueda ‘vestirme de mi Señor Jesucristo’ imitándole en todas las cosas. Que ame imitarle en todo, y pueda imitarle. Que a cada paso busque seguir sus pisadas y que por tu poder pueda seguirlas (1 Pedro 2:21). Opera en mi corazón para que siga el ejemplo que nos ha dado (Juan 13:15) en su amor, obediencia, humildad, esfuerzo y fidelidad (Romanos 8:29; Efesios 4:13). Que mi vida le manifieste, le haga notorio para otros, y su poder sea mi poder para cumplir con las buenas obras que preparaste de antemano para que ande hoy en ellas (Efesios 2:19). Por favor.

Que en vez de satisfacer mis deseos carnales (Gálatas 5:16) ‘pensando en lo terrenal’ (Filipenses 3:19) y perder mi vida en la vanidad de este mundo (Juan 12:25), pueda vestirme más y más como ‘santo y amado, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, de ese vínculo perfecto que es el amor’ (Colosenses 3:12-14), a su imagen (Colosenses 3:10), en ‘toda bondad, justicia y verdad’ (Efesios 5:9), viviendo como ‘extranjero y peregrino sobre la tierra’ (Hebreos 11:13), ‘en el camino eterno’ (Salmo 139:24), siendo ‘grato olor de Cristo en los que se salvan. Olor de vida para vida’ (2 Corintios 2:15,16).

Y oye mi Señor, concede que tu Iglesia celebre esta temporada de Adviento-Navidad-Epifanía  llena de anhelo, expectativa, que se renueve su esperanza y clamor por la segunda venida de tu Hijo, y que viva definida plenamente por el reino que vendrá. Porque el fin de todas las cosas se acerca, y nos llamas a ser prudentes y estar advertidos, y así velar en oraciones continuas y fervorosas (1 Pedro 4:7).

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”. 

Para ser digno de su reino

“Bendito seas Señor. Eres digno de alabanza, y de gloria, y de ser exaltado para siempre, digno de ser adorado por todos los siglos. Bendito eres en el trono de tu reino. Gracias porque vas haciendo crecer nuestra fe e impulsas nuestras vidas para que nos demos en amor por otros. Gracias porque nos haces persistir a través de persecuciones y tribulaciones que soportamos (2 Tesalonicenses 1:3,4). Gracias por sustentarnos. Tú eres nuestra fuerza en todo (Salmo 18:39).

Gracias porque ‘cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, ÉL traerá tu justo juicio, dará retribución justa delante tuyo a los que vivieron en rebelión contra ti no obedeciendo al evangelio, y ellos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de tu presencia y de la gloria de tu poder’ (2 Tesalonicenses 1:5-9). Así terminarás con la maldad, injusticia, depravación y corrupción de este mundo, y tendrás misericordia de tu pueblo que clama día y noche: ‘venga tu reino’ (Mateo 6:10). ‘Redime a tu pueblo, oh Dios, de todas sus angustias’ (Salmo 25:22). ‘Cuando tu amado Hijo venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron’ (2 Tesalonicenses 1:10).


‘Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y que ha de venir’ (Apocalipsis 5:8), ‘se airaron las naciones, y ha venido el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos que temen tu nombre’ (Apocalipsis 11:18). Por esto te ruego, por favor, concédeme a mí y a mis hermanos en la Iglesia donde en tu gracia determinaste insertarme, que en este tiempo avivemos el fuego del don de tu Espíritu Santo que está en nosotros (2 Timoteo 1:6). Trae un verdadero avivamiento a tu Iglesia, que esta generación sea conocida porque el celo de tu casa la consume. Y así por tu poder (2 Timoteo 1:7,8), que seamos fieles en los días malos que vienen sobre el mundo (Efesios 5:16), en los cuales ‘desfallecerán los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra’ (Lucas 21:26). Despierta Señor nuestros corazones para que preparemos los caminos de tu Unigénito, para que cuando ÉL ‘venga de repente, no nos halle durmiendo’ (Marcos 13:36) y por su venida te sirvamos en santidad (Salmo 80:2,3). Dios, clamo para que me lleves a vivir en este día de tal manera que cuando tu Hijo regrese a ‘juzgar a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino’ (2 Timoteo 4:1), ‘me tenga por digno de su reino y de su llamamiento’, y que hoy ‘cumplas todo propósito de bondad en mí y toda obra de fe con tu poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en mí y tu Iglesia, y nosotros en ÉL’ (2 Tesalonicenses 1:5,11,12). Que hasta la venida de nuestro Señor ‘dé a conocer tus obras en los pueblos, hable de todas tus maravillas y me gloríe en tu santo nombre’ (Salmo 105:1-3) para que me sea ‘recompensado en la resurrección de los justos’ (Lucas 14:14).

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”. 



Liturgia 1

**Una de las dos oraciones más arriba.

**Elegir alguna canción de adoración.

**Leer pasajes en sección Maitines de Calendario

**Orar la "Primera Oración Maitines" según Calendario.

**Historia en Calendario "Año Cristiano" que corresponde al día.

**Letanía por aquellos que sirven en la Iglesia.

**Padre Nuestro intercalado con peticiones.

**Regla para hoy según Calendario "Año Cristiano".


Liturgia 2

**Una de las dos oraciones más arriba.

**Elegir alguna canción de adoración.

**Leer pasajes en sección Maitines de Calendario.

**Orar la "Primera Oración Maitines" según Calendario.

**Historia en Calendario "Año Cristiano" que corresponde al día.

**Orar Letanía de la venida del Señor.

U:

Orar Letanía missional.

**Padre Nuestro intercalado con peticiones.

**Regla para hoy según Calendario "Año Cristiano".

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