Es sobre todo un tiempo de alabanza y súplica de la Iglesia con textos bíblicos.
Después de la preparación del Adviento, celebramos el tiempo de la Navidad, desde la víspera, 24 de diciembre, hasta el domingo siguiente y después hasta al 6 de enero en el que festejamos la Epifanía.
La Navidad acentúa sobre todo el nacimiento de Jesús en su primera venida.
La palabra Navidad deriva del latín “nativitas”: nacimiento.
A partir del siglo IV, todos los calendarios de Occidente la asignan al día 25 de diciembre el nacimiento de Jesús, y de ahí a Oriente.
El primer registro de la Iglesia celebrando el nacimiento de Jesús lo encontramos aproximadamente en el año 200 d.C., pero unos lo hacían el 20 de mayo, otros el 28 de marzo, otros el 10 ó 20 de abril y muchos el 6 de enero (mezclando la fiesta de la Epifanía con el nacimiento de Jesús).
Poco después, en la primera mitad del siglo IV, Julio I, obispo de la Iglesia en la ciudad de Roma, dice en una carta que “los documentos del censo hechos por Tito asignan el 25 de diciembre” para el nacimiento de Jesús. Documentos de los que hizo referencia Justino Mártir en el año 155 d.C. (Apol., I, 34, 35) y Tertuliano alrededor del año 200 d.C. (Adv. Marc., IV, 7, 19). Habiendo un manuscrito que parece ser de Hipólito de Roma del año 205 d.C. (Chalki) que habla del nacimiento de Jesús un 25 de diciembre.
Y en el año 380 en Capadocia y Constantinopla hay registro de que se celebraba cada 25 de diciembre.
Juan Crisóstomo, en el año 386 en Antioquía, predicó un importante sermón durante la celebración de Navidad en el 25 de diciembre.
En ese mismo día los paganos celebraban al sol. Y por esto Cipriano, obispo de la Iglesia en Cartago, escribió alrededor del año 250: “¡Oh,
qué maravillosamente actuó la Providencia, que en el día en el que nació el Sol... Cristo debía nacer" ("De pasch. Comp"., XIX).
Los evangelios no proporcionan ayuda alguna acerca de la fecha del nacimiento de Cristo, por lo que no podemos afirmar ningún día con exactitud. Lo que sí podemos hacer es celebrar a Cristo aprovechando este precioso día en que la Iglesia de los siglos lo hizo. No celebramos una fecha, celebramos a una Persona y un hecho específico en esa fecha.
La celebración de la venida de Cristo entre nosotros en Navidad es uno de los dos polos del año cristiano, junto con la historia de la muerte y resurrección de Cristo. La Navidad es mucho más que la celebración del nacimiento de Jesús: nos recuerda la verdad central de que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14), cumpliendo la profecía de Isaías (7:14) : “una virgen concebirá, y dará a luz un hijo”.
Uno de los desafíos para los cristianos es continuar la celebración de la Navidad mucho después de que el resto del mundo dirija su atención a otra parte. Históricamente, la Navidad se extiende hasta la Epifanía (es decir, doce días más).
Luego del día de la Navidad celebramos también en tres días consecutivos, 26, 27 y 28 de diciembre, tres fiestas que nos hacen presente la entrega total al Señor:
Esteban, mártir que representa a aquellos que murieron por Cristo voluntariamente.
El apóstol Juan, que representa aquellos que estuvieron dispuestos a morir por Cristo pero no los mataron.
Los Inocentes que murieron en Belén, y ahora representan a aquellos niños abortados o asesinados junto a sus familias en diferentes partes del mundo donde hay persecución contra los cristianos.
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