Adviento

 

LAUDATE

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LAUDATE

 Es sobre todo un tiempo de alabanza y súplica de la Iglesia con textos bíblicos.

 

3 dic. - 24 dic. Adviento

Adviento no se trata solamente de evocar un episodio o un conjunto de episodios históricos para recordar, sino más bien de resucitar un estado de alma, de vivir las ansias, de reavivar los anhelos que en Israel despertaba la expectación del Mesías y que entrados los últimos tiempos del mundo impulsan el corazón del creyente. El Adviento no es una simple conmemoración. Es el estado normal de todo verdadero cristiano. Aún no poseemos, pero aguardamos.


El Adviento marca el inicio del año cristiano. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

El término “Adviento” viene del latín adventus, que significa venida, llegada. En latín clásico, la visita de un soberano a una ciudad o a una provincia de su reino, especialmente la primera vez, se designa como un “adventus”.

Los mosaicos cristianos más antiguos muestran a veces un trono vacío esperando la llegada de Cristo en gloria.

Adventus es la palabra latina que en el original griego en el Nuevo Testamento es “parousía”, como por ejemplo cuando los discípulos le preguntan a Jesús: “¿Qué señal habrá de tu VENIDA?” (Mateo 24:3). 


No se sabe exactamente cuando comenzó la celebración de Adviento. Recién tenemos registro en el siglo IV, cuando en las Actas de un sínodo efectuado en Zaragoza en el año 380, consideraban tan importante a Adviento que insistían en que nadie se ausentara de la Iglesia a partir del 17 de diciembre hasta la fiesta de la Epifanía. Y por esa época ya encontramos varios sermones sobre Adviento, como el de Máximo, pastor de Turín a principios del siglo V, titulado “In Adventu Domini”.

En el año 581 en la Galia se celebraba a partir del 11 de noviembre, y luego se redujo a 4 semanas.


Adviento es un medio de gracia que la Iglesia utiliza tanto para celebrar el nacimiento de Jesús y su gloriosa segunda venida, como para prepararnos para el retorno del Señor.

Es una temporada de expectativa y preparación mientras la Iglesia apunta a celebrar el nacimiento de Cristo.


Aunque es una temporada de preparación, la nota característica del Adviento es la expectativa más que la penitencia. La presión comercial ha hecho que sea más difícil mantener un sentido de vigilancia alerta en nuestra anticipación de la Navidad pero, para muchos cristianos, nuestra preparación para la venida de Cristo es un poderoso recordatorio del verdadero significado de la temporada venidera.


Desde hace muchos siglos la Iglesia cristiana usa una "corona de Adviento" de velas para conmemorar los domingos de Adviento, encendiendo una nueva vela cada semana. La atención se centra en los patriarcas y profetas que predicen la salvación de la humanidad, luego en Juan el Bautista y finalmente en María mientras se prepara para dar a luz al Salvador.


El tiempo de Adviento está dividido en dos partes muy definidas: la primera hasta el 16 de diciembre, y la segunda del 17 al 24 de diciembre.

Hasta el 16 de diciembre, las profecías mesiánicas orientan nuestra mirada hacia la venida de Cristo, pero entendiéndola también como escatológica, la venida definitiva al final de los siglos. La venida de Belén, hace dos mil años, no hizo más que inaugurar el Reino mesiánico. El proceso de maduración va hacia delante, hasta el final de la historia. En esta primera parte del Adviento, las lecturas tienen una organización muy definida.

La primera semana, y hasta el miércoles de la segunda, el que de alguna manera determina el hilo conductor es el profeta Isaías. Las primeras lecturas son casi siempre de él, con su anuncio de la salvación mesiánica. El salmo profundiza luego en esos anuncios y los convierte en oración, y el evangelio nos va mostrando cómo en Jesús de Nazaret se cumplen esas promesas.

A partir del jueves de la segunda semana, y hasta el día 17, la figura que concentra la atención es la de Juan el  Bautista. De él hablan los evangelios de estos días, mientras que las primeras lecturas siguen iluminando de alguna manera, con las imágenes de los profetas antiguos, los pasajes evangélicos.


Desde el día 17 hasta el 24 de diciembre, en lo que se ha llamado la “semana santa de Navidad”, la mirada se centra más en la preparación próxima de la Navidad. O sea, de la celebración de la venida de Cristo, actualizada “hoy”, en la Navidad de este año concreto de nuestra historia.

Las lecturas de estos días tienen otra organización. Son los evangelios los que marcan el ritmo, y nos van conduciendo hacia la Navidad con los pasajes de la anunciación de Juan el Bautista y de Jesús, y sus respectivos nacimientos. Las primeras lecturas preparan a los respectivos evangelios, casi siempre estableciendo un paralelismo entre situaciones de salvación en el Antiguo Testamento y la cercanía del nacimiento del Mesías.


Laudate

Ireneo, pastor de Lyon del siglo II

"Orad por todos los santos. Orad también por los reyes y las autoridades, asimismo por los que os persiguen y odian, y por los enemigos de la cruz, para que vuestro fruto sea manifiesto a todos y seáis perfectos en eso".
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