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Jesús puesto en la tumba

Missio • 28 de marzo de 2021
“La Sepultura de Cristo” - Sisto Badalocchio. 1610 d.C. Actualmente en la Galería Borghese, Roma, Italia.

  • "'Concédenos Señor, mientras practicamos estos ejercicios de Cuaresma, la gracia de comprender cada vez más el misterio de Cristo y de reproducir en la santidad de nuestra vida las disposiciones de su alma' ("Sacramentarium Gelasianum" del siglo V)Entendemos que si queremos 'llegar a la resurrección de entre los muertos' (Filipenses 3:11), antes tenemos que entregarnos con plena voluntad para hacernos semejantes a ÉL en su muerte (Filipenses 3:10)". 

Marcos 15:42-47.

Antes de morir, Jesús hizo un último esfuerzo, levantó fuerte la voz clamando: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” (Lucas 23:46). Rendición total al Padre.
Fue el final… 
¿O el principio? ¡Este es el gran dilema!
Jesús es puesto en una tumba, los suyos lo lloran, lo lamentan, entran en absoluta crisis. Pero en medio de la desolación, en el pasaje aparece un pequeño haz de luz: José de Arimatea hace todo lo necesario para poder sepultar a Jesús dignamente, y el versículo 43 explica que él “esperaba el reino de Dios”.
Todos abrigaban la expectativa de que Jesús estableciera su reino entrando en Jerusalén y venciendo a Roma milagrosamente. Que no lo hiciera trajo incredulidad aún entre sus discípulos más cercanos (Lucas 24:8-11). Jesús no sigue el plan de los hombres sino el de su Padre, se entrega mansamente a la muerte, clamando al Padre. Pero, ¿cómo va a establecer el reino si está muriendo? Bueno, su Padre es capaz aún de resucitarlo de entre los muertos si es necesario.
Era el final. Pero en realidad fue el principio de la gran victoria del reino de Dios.
Los instrumentos del reino de Dios en este mundo no hacen según sus planes y su tiempo, sino que son instrumentos que Dios utiliza la mayoría de las veces en forma y tiempo completamente inesperados. Cuando estamos entregados viva y esforzadamente a la voluntad del Padre, confiados en total rendición, veamos lo que veamos, Dios está desarrollando su plan usándonos como instrumentos de su reino en Cristo. Y de esta manera, claramente, nuestros pasos siguen a Jesús de forma cercana.
El Padre resucitó a Jesús a los tres días, y en lo que parecía el final más frustrante, Dios trajo la más absoluta y suficiente victoria para el Reino de los cielos.
Un Dios que puedes manejar para que se cumpla lo que tú llamas bueno y necesario, no es el Dios que se reveló en su Hijo. Cuando quieres controlarlo, simplemente lo pierdes.
Ora: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Todo se saldrá de tu control. Pero Dios mostrará su poder y gloria.
Abre tus manos, recibe los clavos, y antes de expirar clama a viva voz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. No hay otra manera de seguir a Jesús.
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Esta serie de predicaciones busca ayudarte a vivir en intimidad con Dios, enseñándole a conocerle y vivir en oración y adoración en el Espíritu Santo. Puedes escucharla haciendo click ACÁ .
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Por Missio 21 de mayo de 2021
En el mes de noviembre celebramos el evangelio del reino de Dios. Desde el 2 de noviembre hasta el día de la Celebración del Reino de Cristo (el domingo anterior al comienzo de Adviento). Tenemos por delante días de celebración donde Dios quiere hablarnos y revolucionar nuestras vidas e Iglesias. Como escribió Darrel Bock: "Nada lleva más al estancamiento que una institución olvide para que existe". Si como Iglesia perdemos de vista, confundimos o traicionamos para qué existimos, solo nos espera el fracaso total. ¡El evangelio del reino de Dios es esencial a nuestra existencia!
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Por Missio 30 de abril de 2021
Estamos en tiempo de Cuaresma . “Quadragesima” (latín), *”Cuaresma”* en castellano, o “Lent” como se lo llama en inglés en las Iglesias Anglicanas, Luteranas, Presbiterianas, Metodistas y muchas Bautistas, data desde el siglo IV en el primer Concilio de Nicea (325 d.C.), cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y la oración. Al principio hubo discusiones sobre si se debía ayunar un día en este período, 15 días o si 40 días. Hasta que en el año 331 d.C. Atanasio exhorta en sus “Cartas Festales” al ayuno en toda la Cuaresma. Y así se hizo por muchos siglos. Si quieres ayunar en este tiempo, puedes aprender más sobre el ayuno de Cuaresma AQUÍ . Los que estamos bautizados nos preparamos fuertemente para la renovación de nuestra consagración bautismal. Y los que no están bautizados para recibir el bautismo en el “Domingo de Resurrección”. Es tiempo de reflexión, contemplación, humillación, arrepentimiento, confesión, conversión, santificación, ayuno, oración, perdón, entrega, devoción y caridad. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, buscando ser más como ÉL, y amarle más. 1 Juan 2:6 nos exhorta: “El que dice que permanece en ÉL, debe andar como ÉL anduvo”. La Cuaresma dura 40 días. Comienza el “Miércoles de Ceniza” en el que ayunamos, y termina el Domingo de Ramos, el cual a su vez inaugura la Semana Santa. Nosotros, en el primer período de 30 días, desarrollamos tiempos devocionales a la mañana en los que oramos un pasaje específico de un Salmo, y luego leemos una porción del evangelio. Una vez terminado este primer período, en las 2 semanas llamadas “El Tiempo de Pasión” (refleja el tercer año del ministerio del Señor y los últimos sucesos de su vida terrenal), hasta el “Domingo de Resurrección”. En las “Estaciones de la Cruz” (hasta el Domingo de Resurrección) somos invitados a la imitación de Jesús para poder seguirle. Lo miramos a ÉL cada mañana para saber cómo debemos ser nosotros. Pero no solo eso. Como en la Cuaresma, nuestro foco de atención también está puesto en admirar a Jesús, nos entregarnos para ser conquistados por su amor inigualable, incomprensible, sin medida, fuera de toda lógica. Agustín de Hipona escribió: “Señor y Dios mío, todo lo que veo sobre la tierra y por encima de ella, todo me habla y me exhorta a amarte, porque todo me dice que ha sido creado por el *amor* que me tienes”. Si todo lo que vemos en la creación debería llenarnos de amor y admiración por nuestro Dios, ¿cuanto más el acto directo de amor supremo cuando se dio a nosotros enteramente en la Semana Santa? Por esto el apóstol Pablo escribió: “el amor de Cristo nos impulsa” (2 Corintios 5:14 - RV2015). Una vez que llegamos al Domingo de Resurrección disfrutamos de la celebración más gozosa del año. Puedes escuchar nuestros sermones de este tiempo AQUÍ .
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