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Jesús promete el reino a un ladrón penitente

Missio • 24 de marzo de 2021
"Cristo en la Cruz entre dos Ladrones" - Frans Francken II. Siglo 17. Actualmente en el Museo de Bellas Artes, Pau, Francia.

  • "'Concédenos Señor, mientras practicamos estos ejercicios de Cuaresma, la gracia de comprender cada vez más el misterio de Cristo y de reproducir en la santidad de nuestra vida las disposiciones de su alma' ("Sacramentarium Gelasianum" del siglo V). Entendemos que si queremos 'llegar a la resurrección de entre los muertos' (Filipenses 3:11), antes tenemos que entregarnos con plena voluntad para hacernos semejantes a ÉL en su muerte (Filipenses 3:10)". 

Lucas 23:39-43.

En esta crucifixión hay tres personas. Dos permanecen fieles a lo que ya eran, y una cambia.
Hay un malhechor que permanece fiel a sí mismo. Impenitente, con un corazón duro, en odio y burla. 
Hay otro malhechor que en la condenación cambia, reconoce su maldad, por lo visto ya tenía un previo conocimiento de Jesús, ya que afirma que Jesús “ningún mal hizo” (Lucas 23:41), cree que Jesús es el Cristo que volverá en su reino (lo más probable por haberlo escuchado en Jerusalén enseñar de que volverá en su reino), y le ruega ser tenido en cuenta en su regreso.
Y también, en ese lugar, está Jesús. En el Salmo 22 ÉL mismo describe ese momento: “Me han rodeado muchos toros… he sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar… Perros me han rodeado… horadaron mis manos y mis pies”. El cuerpo que se desploma sobre los clavos desgarrando, el dolor extremo, la asfixia, la agonía, la debilidad, las traiciones, las burlas, es la hora de las tinieblas (Lucas 22:53). Pero Jesús, bajo la aflicción total, sigue siendo Jesús. Ni se amarga resentidamente contra los pecadores, ni se hunde pensando que si después de 3 años de ministerio toda la gente reaccionó así todo lo que haga es en vano, ni se concentra en sí mismo. Jesús sigue siendo Jesús. Firme y centrado en su propósito. ÉL está siguiendo el plan del Padre, y el Padre sabe lo que está haciendo. Por lo que aún, crucificado y supuestamente vencido, sigue haciendo promesas: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Cuando hemos seguido el plan de nuestro Padre, y nada detiene nuestra fe que ÉL sabe lo que hace, y por esto no nos desvirtuamos, no cedemos, seguimos avanzando en nuestro propósito predicando el evangelio con corazones limpios de la más mínima amargura, estamos siguiendo a Jesús.

Jesús estuvo en la cruz como José en la cárcel, entre dos malhechores. Ahí uno es puesto en libertad y el otro es asesinado (Génesis 40). Acá uno es salvado y el otro perece.
En su quebranto, al borde la condenación, este hombre logra ver quién es Jesús. Juan Crisóstomo, en el siglo IV, clama: "Dime, oh buen ladrón, dime, audaz salteador de los Cielos, ¿cómo pudiste conocer este Reino? Cuanto ves son clavos, cruces, acusadores, afrentas, burlas; pues, ¿cómo llamas Rey al reo?".
Por Missio 29 de julio de 2023
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Por Missio 12 de diciembre de 2022
Esta serie de predicaciones busca ayudarte a vivir en intimidad con Dios, enseñándole a conocerle y vivir en oración y adoración en el Espíritu Santo. Puedes escucharla haciendo click ACÁ .
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Por Missio 1 de agosto de 2022
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Por Missio 21 de mayo de 2021
En el mes de noviembre celebramos el evangelio del reino de Dios. Desde el 2 de noviembre hasta el día de la Celebración del Reino de Cristo (el domingo anterior al comienzo de Adviento). Tenemos por delante días de celebración donde Dios quiere hablarnos y revolucionar nuestras vidas e Iglesias. Como escribió Darrel Bock: "Nada lleva más al estancamiento que una institución olvide para que existe". Si como Iglesia perdemos de vista, confundimos o traicionamos para qué existimos, solo nos espera el fracaso total. ¡El evangelio del reino de Dios es esencial a nuestra existencia!
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Por Missio 30 de abril de 2021
Estamos en tiempo de Cuaresma . “Quadragesima” (latín), *”Cuaresma”* en castellano, o “Lent” como se lo llama en inglés en las Iglesias Anglicanas, Luteranas, Presbiterianas, Metodistas y muchas Bautistas, data desde el siglo IV en el primer Concilio de Nicea (325 d.C.), cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y la oración. Al principio hubo discusiones sobre si se debía ayunar un día en este período, 15 días o si 40 días. Hasta que en el año 331 d.C. Atanasio exhorta en sus “Cartas Festales” al ayuno en toda la Cuaresma. Y así se hizo por muchos siglos. Si quieres ayunar en este tiempo, puedes aprender más sobre el ayuno de Cuaresma AQUÍ . Los que estamos bautizados nos preparamos fuertemente para la renovación de nuestra consagración bautismal. Y los que no están bautizados para recibir el bautismo en el “Domingo de Resurrección”. Es tiempo de reflexión, contemplación, humillación, arrepentimiento, confesión, conversión, santificación, ayuno, oración, perdón, entrega, devoción y caridad. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, buscando ser más como ÉL, y amarle más. 1 Juan 2:6 nos exhorta: “El que dice que permanece en ÉL, debe andar como ÉL anduvo”. La Cuaresma dura 40 días. Comienza el “Miércoles de Ceniza” en el que ayunamos, y termina el Domingo de Ramos, el cual a su vez inaugura la Semana Santa. Nosotros, en el primer período de 30 días, desarrollamos tiempos devocionales a la mañana en los que oramos un pasaje específico de un Salmo, y luego leemos una porción del evangelio. Una vez terminado este primer período, en las 2 semanas llamadas “El Tiempo de Pasión” (refleja el tercer año del ministerio del Señor y los últimos sucesos de su vida terrenal), hasta el “Domingo de Resurrección”. En las “Estaciones de la Cruz” (hasta el Domingo de Resurrección) somos invitados a la imitación de Jesús para poder seguirle. Lo miramos a ÉL cada mañana para saber cómo debemos ser nosotros. Pero no solo eso. Como en la Cuaresma, nuestro foco de atención también está puesto en admirar a Jesús, nos entregarnos para ser conquistados por su amor inigualable, incomprensible, sin medida, fuera de toda lógica. Agustín de Hipona escribió: “Señor y Dios mío, todo lo que veo sobre la tierra y por encima de ella, todo me habla y me exhorta a amarte, porque todo me dice que ha sido creado por el *amor* que me tienes”. Si todo lo que vemos en la creación debería llenarnos de amor y admiración por nuestro Dios, ¿cuanto más el acto directo de amor supremo cuando se dio a nosotros enteramente en la Semana Santa? Por esto el apóstol Pablo escribió: “el amor de Cristo nos impulsa” (2 Corintios 5:14 - RV2015). Una vez que llegamos al Domingo de Resurrección disfrutamos de la celebración más gozosa del año. Puedes escuchar nuestros sermones de este tiempo AQUÍ .
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