Ni el “Credo de los Apóstoles”, ni el “Credo Niceno” hablan de forma explícita de la sanidad divina provista por Dios a través de Cristo, sino de forma indirecta al hablar de la victoria de Cristo en la cruz y el perdón de pecados (Credo de los Apóstoles), y afirmando que Jesús “por nuestra salvación bajó del cielo” (Credo Niceno).
El problema de la enfermedad y las dolencias está entretejido con el problema del pecado y de la muerte, consecuencia de la primera desobediencia y rebelión hacia Dios por parte de la humanidad (Génesis 3). En tanto que la ciencia médica examina las causas de la enfermedad y las dolencias en términos fisiológicos, mentales y emocionales, y estas cosas claramente pueden afectar nuestra salud, la Biblia presenta causas espirituales como el problema implícito o fundamental:
(a) el pecado, que ha afectado la constitución física y espiritual del hombre (Juan 5:5,14),
y (b) Satanás (Hechos 10:38; Marcos 9:17,20,25; Lucas 13:11-17; Hechos 19:11,12).
La provisión de Dios en la redención es tan amplia como las consecuencias de la caída. Para el pecado, Dios provee el perdón; para la muerte, Dios provee vida eterna y resurrección; y para la enfermedad, Dios provee sanidad (Salmo 103:1-5; Lucas 4:18; 5:17-26; Santiago 5:14-15). Por eso durante la vida terrenal de Jesucristo, su triple ministerio fue la enseñanza de la Palabra de Dios, la predicación del arrepentimiento (el problema del pecado) y las bendiciones del reino de Dios (la vida), y la sanidad de toda clase de enfermedades y dolencias en el pueblo (Mateo 4:23-24).
57- Dios desea sanar como parte de su plan en Cristo
La voluntad de Dios con respecto a la sanidad se revela de cuatro maneras en las Escrituras:
(1) La declaración de Dios. En Éxodo 15:26 Dios prometió salud y sanidad para su pueblo si se mantenían fieles a su pacto y sus mandamientos,
Su declaración tenía dos aspectos:
(a) "Ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti";
(b) "porque yo soy el Señor tu sanador (como Redentor)". Dios continuaba como médico divino o sanador de su pueblo del Antiguo Testamento cada vez que ellos buscaban su rostro y obedecían su Palabra (2 Reyes 20:5; Salmo 103:3), esto lo vemos aún mayor cuando Cristo es "mediador de un mejor pacto, establecido con mejores promesas" (Hebreos 8:6).
(2) El ministerio de Jesús. Por ser el Hijo de Dios encarnado, Jesucristo era y es la exacta manifestación de la naturaleza y del carácter de Dios (Hebreos 1:3; Colosenses 1:15; 29).
En su ministerio terrenal (Mateo 4:23-24; 8:14-16; 9:35; 15:28; Marcos 1:32-34,40-41; Lucas 4:40; Hechos 10:38), Jesús reveló la voluntad de Dios en acción (Juan 6:38; 14:10), probando que está en el corazón, la naturaleza y el plan de Dios sanar a todos los enfermos y oprimidos por el diablo.
(3) La provisión de la expiación de Cristo (1 Pedro 2:24).
El profeta Isaías anunció que Dios haría esto a través de su Cristo: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (lsaías 53:4-5). Lo cual el apóstol Mateo aseguró que incluía no solo la sanidad espiritual, sino también la física, cuando recordando la profecía de Isaías escribió: “Cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:16,17).
La muerte expiatoria de Jesucristo fue perfecta y suficiente para redimir a la persona íntegra: espíritu, alma y cuerpo. Como el pecado y la enfermedad se han convertido en los dos gigantes designados por Satanás para destruirla, el perdón y la sanidad son dos bendiciones designadas por Dios para redimirla y sanarla (Salmo 103:3; Santiago 5:14-16).
El creyente debe proseguir en fe para apropiarse de la completa provisión de la expiación de Cristo, incluyendo la sanidad del cuerpo. En Marcos 10:51 el Señor Jesús hace la siguiente pregunta: “¿Qué quieres que te haga?”. Y asimismo expresa: “Conforme a vuestra fe os sea hecho” (Mateo 9:29).
4) El ministerio actual de la Iglesia. Jesús mandó a los doce discípulos a sanar a los enfermos como parte de su proclamación del reino de Dios (Lucas 9:1-2,6). Más tarde envió a setenta y dos discípulos a hacer lo mismo (Lucas 10:1,8-9,19). Después del día de Pentecostés, la Iglesia primitiva llevó adelante el ministerio de sanidad de Jesús como parte de la predicación del evangelio (Hechos 3:1-10; 4:30; 5:16; 8:7;9:34; 14:8-10; 19:11,12; Marcos 16:18; 1 Corintios 12:9,28,30; Santiago 5:14-16). El Nuevo Testamento indica tres maneras cómo el poder sanador de Dios y la fe se impartían por medio de la iglesia:
(a) la imposición de manos (Marcos 16:15-18; Hechos 9:17),
(b) la confesión del pecado del que se tiene conciencia, seguida de la unción del enfermo con aceite (Santiago 5:14-16), y
(c) los dones espirituales de sanidad dados a la iglesia (1 Corintios 12:9). Nótese que son los pastores que deben orar la oración de fe.
58- Obstáculos para la sanidad
A veces hay obstáculos para recibir la sanidad divina, tales como:
(1) pecados no confesados (Santiago 5:16),
(2) opresión o esclavitud demoníaca (Lucas 13:11-13),
(3) temor o ansiedad aguda (Proverbios 3:5-8; Filipenses 4:6-7),
(4) desengaños pasados que debilitan la fe actual (Marcos 5:26; Juan 5:5-7),
(5) la gente (Marcos 10:48),
(6) enseñanza que no es bíblica (Marcos 3:1-5; 7:13),
(7) ausencia de la oración de fe de parte de los pastores (Marcos 11:22-24; Santiago 5:14-16),
(8) falta por parte de la Iglesia de buscar y obtener los dones de milagros y sanidades que Dios ha designado (Hechos 4:29-30; 6:8; 8:5-6; 1 Corintios 12:9-10,29-31; Hebreos 2:3-4),
(9) incredulidad (Marcos 6:3-6; 9:19,23-24) y
(8) conducta carnal (1 Corintios 11:29-30).
Sin embargo, hay veces cuando simplemente no es clara la razón por la que persiste la aflicción física en los piadosos (Gálatas 4:13,17; 1 Timoteo 5:23; 2 Timoteo 4:20). Y aún en otros casos Dios opta obrar a través de situaciones difíciles o llevar a sus santos amados al cielo en medio de una enfermedad (2 Reyes 13:14). Ciertamente, la enfermedad no es necesariamente el resultado del pecado de esa propia persona o fracaso espiritual de ella.
59- Pasos para dar
¿Qué puede hacer el creyente en Cristo cuando ora y busca la sanidad de Dios para su cuerpo?
(1) Estar seguro de que se encuentra en buena relación con Dios y los demás (Mateo 6:33; 1 Corintios 11:27-30; Santiago 5:16).
(2) Buscar la presencia de Jesucristo en su vida, porque ÉL es quien le dará la fe que necesita (Romanos 12:3; 1 Corintios 12:9; Filipenses 2:13).
(3) Saturar su vida de la Palabra de Dios y recordar a Dios en oración sus promesas específicas al respecto en las Escrituras (Juan 15:7; Romanos 10:17; Juan 17:17; Efesios 6:14; Mateo 4:1-11; Salmo 119:28,41,42,49,50,58).
(4) Resistir al diablo en fe (Efesios 6:13; Santiago 4:7; Hechos 10:38; Marcos 9:25; Lucas 13:11-17).
(5) Si no recibe sanidad, permanecer en ÉL (Juan 15:1-7; Santiago 1:2-4) y examinar su vida para ver qué cambios desea obrar Dios en su vida.
(6) Pedir las oraciones de los pastores de la Iglesia y la unción con aceite, y las de los otros miembros de la Iglesia (Santiago 5:14-16).
(7) Asistir a un culto en el que esté presente una persona con un genuino y comprobado ministerio de sanidad (Hechos 5:15-16; 8:5-7).
(8) Esperar un milagro, es decir, confiar en el poder de Cristo (Mateo 7:8; 19:26),
(9) Alegrarse si la sanidad llega en seguida, pero alegrarse de todos modos si no llega de inmediato (Filipenses 4:4,11-13).
(10) Saber que las demoras de Dios para responder las oraciones no son necesariamente negaciones de esas peticiones, sino que algunas veces Dios tiene en mente un propósito mayor que, cuando se comprende, resulta en más gloria para ÉL (Juan 9:3; 11:4,14-15,45; 2 Corintios 12:7-10) y en beneficio del creyente (Romanos 8:28).
(11) Reconocer que si uno es un creyente consagrado, Dios nunca lo dejará ni lo desamparará. ÉL lo ama tanto que lo ha esculpido en las palmas de sus manos (Isaías 49:15-17).
Nada de lo dicho en esta sección sobre la sanidad divina niega la debida atención médica (Mateo 9:12; Lucas 10:34; Colosenses 4:14). Dios es quien ha dotado a las personas con habilidades y capacidades, y puede obrar a través de médicos.
Haz click AQUÍ
para ver lo esencial de nuestra fe cristiana.