Es sobre todo un tiempo de alabanza e interseción de la Iglesia.
La Nona, Hora Nona o Novena Hora después de la salida del sol, es una oración del Oficcium Divinum.
Es a las 3 de la tarde porque se conmemora el momento en que Cristo murió en la cruz (Lucas 23:44-46).
Según una antigua costumbre griega y romana, tanto el día como la noche estaban divididos en cuatro partes, cada una compuesta de tres horas. La última hora de cada división daba su nombre al respectivo cuarto de jornada. La tercera división (desde el mediodía hasta alrededor de las 3) fue llamada Nona (en latín nonus, nona, novena).
Esta división del día también se utilizaba entre los judíos, de quien la Iglesia la tomó prestada (Hechos 10:9).
En Hechos 3:1 y 10:30 vemos que los primeros cristianos consideraban este momento como "la hora de la oración".
Hay testimonios muy antiguos de esta costumbre de la Tercia y Nona, como los de Tertuliano, Clemente de Alejandría, y los Cánones de Hipólito.
Hipólito, pastor de Roma, en su obra “Traditio Apostolica” (año 235 d.C.), escribió: “Hay que hacer una gran plegaria y una gran bendición en la hora nona, para imitar la forma como el alma de los justos alaba a Dios. En esta hora, del costado abierto de Cristo brotó agua y sangre”. De este modo, “todos ustedes que son fieles, haciendo esto y acordándose de ello, instruyéndose mutuamente y dando buen ejemplo… van a estar acordándose constantemente de Cristo”.
*Orar de corrido los salmos que figuran en el Calendario del día en sección “Nona Salmos”.
*Oración debajo.
*Leer, releer y meditar pasajes en el Calendario del día en sección “Nona Lecturas”.
*Oración guiado por el Espíritu Santo por la vida personal en base plenamente a lo leído hoy en el
Calendario del día en sección "Nona Lecturas".
Que comience un clamor
"Padre de gloria, que yo como aquellos hermanos en la ciudad de Colosas, viva por 'la esperanza que me está guardada en los cielos' (Colosenses 1:4,5). Te ruego en este día ser 'lleno del conocimiento de tu voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual' (Colosenses 1:9), dame 'espíritu de sabiduría y de revelación' (Efesios 1:17), porque sé que mi entendimiento humano es necesario, pero jamás logrará hacer que te conozca, te ame y te sirva (2 Corintios 10:3-6), 'las cosas que son de tu Espíritu, se han de discernir espiritualmente, acomodando lo espiritual a lo espiritual' (1 Corintios 2:13,14). Ayúdame a ver todo lo que hay en mí que ofende a tu Espíritu (Isaías 63:10). Quiero 'andar en el Espíritu ' (Gálatas 5:16), quiero vivir en la 'comunión del Espíritu Santo' (2 Corintios 13:14) todo el día. Solo así puedo 'andar como es digno de tu Hijo, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de ti, fortalecido con todo poder, conforme a la potencia de tu gloria' (Colosenses 1:10,11) siendo 'lleno de toda tu plenitud' (Efesios 3:19). Es recién cuando entro a tu santuario que mi corazón entiende delante de quien estoy y adora.
Solo así puedo tener un corazón que clama de día y de noche con sinceridad 'ven Señor Jesús', sintiendo lo que tu Espíritu Santo siente (Apocalipsis 22:17). Es recién cuando mi corazón está de rodillas dándote culto, que luego no se doblega ante este mundo y sus vanidades ilusorias.
Es ahí cuando desecho por completo el vivir para cualquier otra meta. Viendo lo que no se ve (Hebreos 11:1), haciendo tesoros que jamás se agotan (Lucas 12:33). En tu presencia fluye tu corazón en mí; fuera de tu presencia, broto yo mismo, y todo está mal.
Quiero obedecer en todo lo que me mandas en tu Palabra, porque sé que si lo hago me darás más luz y más fuerza para obedecer. Pero si al contrario, menosprecio esas cosas que ya sé que tengo que obedecer, cada vez voy a tener menos luz y menos fuerza para ser lo que me mandas ser.
Llena mis ojos de la eternidad (2 Corintios 4:18). Te lo suplico. Que tu reino en la tierra arda en mi corazón, que ame lo que tú amas. Que el regreso de tu Hijo penetre en todo lo que soy. Lléname con el anhelo por ver el rostro del Amado.
Oh Dios mío, este mundo gime. Cuanto anhelo aquel tiempo donde se oirán grandes voces en el cielo, diciendo: 'Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo' (Apocalipsis 11:15).
'Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso, Rey de los santos' (Apocalipsis 15:3); que comience en tu Iglesia un clamor que recorra el mundo: '¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!', '¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!' (Mateo 25:6). Oh Dios, inunda a tu Iglesia con ese anuncio. Y que tu pueblo se levante en fervor santo, una generación de lámparas encendidas con abundante aceite (Mateo 25:4), que llene esas copas de oración delante de tu trono de gloria (Apocalipsis 5:8). Pon tanta carga, tanto amor por ti y los perdidos, que no podamos detenernos.
En el nombre de Jesús. Amén".
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