Efesios 4:7-11:
“7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.
8 Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.
11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”.
La Iglesia es “el cuerpo de Cristo” (1 Corintios 12:27), que tiene una cabeza que es Cristo mismo (Colosenses 1:18). ÉL es la suprema autoridad sobre la Iglesia (Efesios 1:22) que ordena su Iglesia, y llama y delega su autoridad según su voluntad para el servicio y gobierno de la misma (Efesios 4:7-11; 1 Timoteo 1:12).
Debido a esto una Iglesia local, reunida y completamente organizada de acuerdo a la mente de Cristo, está dirigida por un grupo de pastores (Hechos 20:28), los cuales Dios ha querido que sean sólo hombres (2 Timoteo 2:2; 1 Timoteo 2:11-14); ayudados en su tarea por diáconos y diaconisas (Filipenses 1:1; 1 Timoteo 3:8-13) y “colaboradores” (Romanos 16:3,9; Filipenses 4:3; Filemón 1:24). Todos los cuales son llamados primeramente por Dios, y luego confirmados por la Iglesia a través del “presbiterio” o liderazgo de la misma con oración e imposición de manos (Hechos 13:1-3; 1 Timoteo 4:14; Hechos 14:21-23; Tito 1:5; 1 Timoteo 5:22).
Cada miembro del cuerpo de Cristo debe anhelar el lugar exacto que el Señor le otorgó, ni más ni menos.
1 Corintios 12:18:
“Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como ÉL quiso”.
Esto debe dejar fuera el buscar ganar la aceptación de un líder de alguna congregación para conseguir algún lugar específico en la misma. Los cristianos buscan el lugar de servicio que Dios designa. Es “Dios quien coloca los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como ÉL quiere”.
APÓSTOL
En el pasaje que leímos al principio, vimos que Cristo “constituyó a unos, apóstoles” (Efesios 4:11).
El oficio apostólico con autoridad a la altura de los profetas del Antiguo Testamento según 2 Pedro 3:1,2, fue único y temporal, diseñado divinamente para determinar el comienzo de la Iglesia y luego cesar con la muerte del ultimo apóstol. Para que alguien pudiera ejercer ese ministerio debía ser seleccionado directamente por Cristo y haber sido testigo ocular del Cristo resucitado (Marcos 3:13; Hechos 1:22-24; 26:16). Pablo fue apóstol (Romanos 1:1), y el último en cumplir esos requisitos. Y el último en haber recibido de Jesús mismo la doctrina cristiana (Gálatas 1:1,11,12). En el Nuevo Testamento no se esperaba que se designaran o reconocieran nuevos apóstoles con un nivel de autoridad como aquellos mencionados al principio. Por esto, mientras encontramos en las epístolas del Nuevo Testamento cuales debían ser las características de los pastores y los diáconos para poder reconocerlos y constituirlos como tales (por ejemplo en 1 Timoteo 3), no encontramos nada acerca de cómo reconocer o constituir apóstoles.
En el Nuevo Testamento el término apóstol existe luego en un sentido más general para hacer alusión a otros hombres de la Iglesia primitiva, tales como Bernabé (Hechos 14:4), Silas y Timoteo (1 Tesalonicenses 1:1; compárese con 2:6), y muy probablemente también otros contados líderes sobresalientes (Romanos 16:7). Estos eran “apóstoles”, entendiendo la palabra “apóstol” como un enviado, pero no de Jesucristo mismo (1 Pedro 1:1), sino de las Iglesias. Por esto 2 Corintios 8:23 habla de “hermanos, mensajeros de las Iglesias”, y Filipenses 2:25 menciona a Epafrodito como un “mensajero” de la Iglesia de Filipos. También podemos pensar en un misionero como alguien que ejerce un ministerio apostólico en estos términos. ¡Esto continúa hasta el día de hoy!
PROFETA
Luego, en el listado de ministerios en Efesios 4:11 también se hace referencia a los profetas. De igual modo se los menciona en 1 Corintios 12:28 y Romanos 12:6.
Primero podemos mencionar a un tipo de profetas que, según el Nuevo Testamento, tomaron parte de la conformación del fundamento de la Iglesia (Efesios 2:20; 3:5). Lo más probable es que aquí se refiera a los apóstoles de Jesucristo mismos (Apocalipsis; 1 Timoteo 4:1; Juan 14:26; 16:13; Gálatas 1:11,12; Hechos 26:16).
Pero luego, también encontramos profetas con un ejercicio del ministerio diferente que sólo incluía un aspecto congregacional de “edificación, exhortación y consolación” (1 Corintios 14:3; Hechos 15:32). En este caso aún mujeres, a las que el apóstol Pablo no les permite ejercer autoridad ni enseñar (1 Timoteo 2:12), sí se les permite profetizar (1 Corintios 11:5; Hechos 21:8).
EVANGELISTA
Aunque todo creyente es llamado a predicar el evangelio (Marcos 16:15), en el listado de Efesios 4:11 luego menciona un ministerio específico de evangelización: el evangelista.
Los evangelistas son personas con una comisión específica a proclamar el evangelio a aquellos que aún no están en Cristo.
Hechos 21:8 menciona que Felipe desarrolló el ministerio de Evangelista y Hechos 8:4-40 relata una muestra de su trabajo. Y en 2 Timoteo 4:5, Timoteo es instado a cumplir su ministerio de evangelista.
PASTORES
Luego vemos un ministerio que bíblicamente puede ser llamado como “pastor” (“poimén”), “obispo” (“epískopos”) o “anciano” (“presbúteros”). Se refiere al mismo rol (Hechos 20:17,28; Tito 1:5-9; Hebreos 13:17; 1 Pedro 5:1-4).Como explicó Jerónimo: “Con toda claridad se demuestra que el obispo y el anciano (presbítero) eran una misma cosa (se refiere a Tito 1:5-7)… El que posteriormente se eligiera a uno solo, al que se ponía al frente de los demás, eso se hizo como remedio contra el cisma, para evitar que cualquiera pudiera escindir la Iglesia de Cristo, polarizándola en torno a su persona” (“Carta a Evángelo”. 146,1).
Los pastores presiden la Iglesia.
1 Tesalonicenses 5:12,13:
“12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan;
13 y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra...”.
Por esto Romanos 12:8 menciona al: “que preside” que debe hacerlo “con solicitud”.
Ellos gobiernan la Iglesia, predican y enseñan:
1 Timoteo 5:17:
“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”.
Dios le da a la Iglesia un mandato en su Palabra acerca de sus pastores: Hebreos 13:17:
“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”.
Clemente, colaborador de Pablo según Filipenses 4:3, escribió en el año 96 d.C.: “Sométanse a los pastores y reciban disciplina, doblando las rodillas de vuestro corazón. Aprendan a someterse, deponiendo la obstinación arrogante y orgullosa” (“Carta a los Corintios”. LVII). De la misma manera Ignacio, discípulo de Juan y pastor de Antioquía, en el año 110 d.C. días antes de morir como mártir, escribió: “Conviene, pues, glorificar en toda forma a Jesucristo, a fin de que, reunidos en una misma obediencia, sometidos a su pastor, vosotros seáis santificados en todas las cosas”. Y: “Conviene que caminen de acuerdo con el pensamiento de su pastor” (“A los Efesios”. II,IV).
La Iglesia necesita desarrollar pastores con vidas ejemplares conforme a 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9, así la Iglesia puede dedicarse a ser como ellos (Filipenses 4:9; 1 Corintios 11:1).
Hebreos 13:7:
“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe”.
La Iglesia debe buscar en lo posible formar una pluralidad de pastores (1 Timoteo 4:14; Hechos 13,14; 20:17; 1 Timoteo 5:17; Santiago 1:1; 5:14) que dirijan la congregación en amor (Filipenses 1:8), mansedumbre (2 Timoteo 2:24,25), paciencia y doctrina (2 Timoteo 4:2), santidad (2 Timoteo 2:19-22) y autoridad (Tito 2:15).
Son ellos los que toman las decisiones regulares (Romanos 12:8).
Los pastores, desde el primer siglo, son los sucesores de los apóstoles en cada Iglesia local en cuanto a la enseñanza y la autoridad sobre ellas para dirigirlas (Tito 2:15; 1 Timoteo 1:3-6); siempre y cuando ellos mismos estén sujetos a “la doctrina de los apóstoles” (Hechos 2:42).
Cuando los apóstoles comenzaban una congregación, antes de irse, constituían pastores en su lugar bajo su autoridad (Hechos 14:23).
MAESTRO
Y finalmente vemos que Efesios 4:11 dice: “pastores y maestros”. La interpretación más probable de esto es que se refiere mas a ‘pastores-maestros’, que a dos grupos diferentes. Por esto 1 Timoteo 3:2 insta a que el pastor tiene que ser “apto para enseñar”, así puede, según Tito 1:9, “exhortar con sana enseñanza”. Mientras que 1 Timoteo 5:17 muestra con claridad que ambas funciones van de la mano: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”.
DIÁCONO
También, aunque no es mencionado como un oficio de la Iglesia en Efesios 4:11, sí encontramos en otros pasajes bíblico el diaconado.
En Filipenses 1:1 Pablo saluda al empezar a los destinatarios de su carta. Allí distingue: “a todos los santos que están en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos”.
Sus requisitos los encontramos en 1 Timoteo 3:8-13:
“8 Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas;
9 que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia.
10 Y estos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles.
11 Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.
12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
13 Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús”.
Aquí también vemos que la diaconía puede ser desarrollada por mujeres (ver 1 Timoteo 3:11). Lo cual es confirmado en Romanos 16:1, donde se menciona a una mujer, Febe, como “diaconisa en la Iglesia de Cencrea”. Y también vemos que los que hacen bien su labor “ganan para sí un grado honroso” (1 Timoteo 3:13).
Los diáconos sirven bajo el liderazgo de los pastores y son el apoyo al trabajo pastoral. Mientras el trabajo principal del pastor es enseñar, liderar, orar, pastorear y dar ejemplo, el del diácono es ayudar en todo lo referente a esa tarea y servir a la Iglesia.
SIERVOS RECOMPENSADOS
Todo ministerio es servicio a otros, servicio que Dios recompensará:
Hebreos 6:10:
“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”.
Jesús, la autoridad de la Iglesia que llama a cada uno a un servicio específico, nos promete claramente en Apocalipsis 22:12:
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.
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