La Iglesia

Catecismo


13- LA IGLESIA  

Mateo 16:15-18:

“15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.


En este punto acerca de la Iglesia, Missio afirma la misma doctrina de fe que los reformadores del siglo 16 y todos los movimientos evangélicos históricos.


PRINCIPIO

La Iglesia no es una idea humana, fue creada por Aquel que dijo: "edificaré mi Iglesia" (Mateo 16:18).

Por esto se la llama “labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Corintios 3:9), "pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9).


Jesús “se hizo semejante a los hombres” (Filipenses 2:8) y se entregó en amor imparable y sacrificial (Efesios 5:25,26) para formar la Iglesia. 

El Señor, luego de comenzar su ministerio terrenal, escogió a sus apóstoles (Marcos 3:14), murió por nuestros pecados y luego de que el Padre lo resucitó (Hechos 2:23,24) luego comisionó a sus apóstoles (Mateo 28:18-20; Marcos 16:14-18; Lucas 24:45-49; Juan 20:21; Hechos 1:8), y así fueron establecidos como “fundamento” de la Iglesia (Efesios 2:20; Apocalipsis 21:14).

Después de que Jesús ascendió vivo a los cielos (Hechos 1:9), vino el Espíritu Santo (Hechos 2:1-4), y los apóstoles, llenos del Espíritu Santo comenzaron anunciando a Jesús como el Cristo en Jerusalén. Así el Señor mismo llamaba (Hechos 2:39; Romanos 8:29,30) y añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos (Hechos 2:47). En ese momento, los apóstoles, bautizaron en agua a los nuevos discípulos (Hechos 2:41), y como testigos presenciales (1 Juan 1:1-3), le entregaron a la Iglesia el testimonio de la vida, enseñanza, muerte, resurrección y ascensión de Jesús (Mateo 28:18-20; Hechos 2:42). Enseñándoles con su ejemplo y doctrina oral. Y más tarde lo hicieron a través de cartas escritas (2 Tesalonicenses 2:15). Luego el Espíritu Santo llenaba a los nuevos creyentes (Hechos 2:31; 8:17; 10:44; 19:6) y desarrollaba su obra de santificación (2 Tesalonicenses 2:13), y los pastores llamados por Dios, continuaban la obra en las Iglesias locales (1 Timoteo 3:1-7), mientras nacían otras congregaciones en el mundo.

Los “39 Artículos de la Religión” de la Iglesia Anglicana, dice: “La Iglesia visible de Cristo es una congregación de hombres fieles, en la cual se predica la pura Palabra de Dios y se administran debidamente los Sacramentos en conformidad a la ordenanza de Cristo” (Artículo XIX).


LA IGLESIA ES SANTA

Las personas eran llamadas del mundo para seguir a Jesús con sus mismas vidas. Por esto el nombre “Iglesia”. La palabra proviene del griego “ekklesía”, y se puede traducir como “llamados a salir”. Esto está incluido en las palabras de Jesús: “no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo” (Juan 15:19).


La Iglesia es santa (Efesios 5:27), sus miembros “conciudadanos de los santos” (Efesios 2:19), y sus reuniones locales "fiestas solemnes... santas convocaciones” (Levítico 23:2), donde nos “alegramos con temblor” (Salmos 2:11) y “honramos al Hijo” (Salmos 2:12). Por esto en 1 Pedro 2:9 somos llamados “nación santa”.

La Iglesia es santa porque el Espíritu Santo mora en ella y santifica a sus miembros, así es “templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19), "templo del Dios viviente” (2 Corintios 6:16), "morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2:22). Sus miembros son apartados por el Espíritu Santo para Dios en Cristo, llamándolos a santidad de vida en lo moral y espiritual (Romanos 1:7).

De tal manera, propiamente dicho, la Iglesia no es primeramente un lugar físico o edificio, sino el conjunto de discípulos de Jesús, verdaderos hijos de Dios en Cristo, guiados por el Espíritu Santo (Romanos 8:14) que han salido del mundo y viven para su Señor (2 Corintios 5:14,15; Gálatas 2:19), en obediencia a su Palabra (Juan 8:31), en plena comunión práctica en congregaciones locales que sí se reúnen en un lugar físico (Hebreos 10:24,25; Romanos 15:5,6; 2 Corintios 13:11; Filipenses 1:27; 2:1,2; 3:16; 1 Pedro 3:8).


LA IGLESIA ES UNA

No hay muchas Iglesias cristianas. Hay un solo fundador, con una sola fecha de fundación y una sola Iglesia. Jesús fundó una Iglesia en el primer siglo, y todos sus miembros forman el único “Cuerpo de Cristo” (1 Corintios 12:27), Cristo es su cabeza (Colosenses 1:18), que tiene “un Espíritu, una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos” (Efesios 4:4-6).

La Iglesia está llamada a expresar esta unidad en todas las relaciones entre creyentes (Juan 17:20,21; Efesios 4:3); sin diluir o transigir las verdades no negociables de las Escrituras.

La Iglesia es una, más allá de separaciones geográficas, de misiones puntuales y de opiniones diferentes en temas que las Escrituras no tratan como fundamentales (Romanos 14:1).


LA IGLESIA LOCAL

La Iglesia local es una representación de la Iglesia global. Por lo que todo lo que se dice acerca de la “Iglesia global” se dice también de la Iglesia local. “La Iglesia se presenta bajo la forma de congregaciones locales, cada una de ellas llamada a realizar el papel de constituir un microcosmos (una muestra representativa en pequeña escala) de la Iglesia en su conjunto” (J.I. Packer - “Teología Concisa”).


El Nuevo Testamento habla de dos maneras de la Iglesia:

1- La Iglesia como conjunto total de aquellos redimidos en Cristo de toda época y lugar (Efesios 1:22; 5:24).

2- Conjuntos específicos de personas que se reúnen en nombre de Jesús en un lugar específico (Mateo 18:20; Romanos 16:5; 1 Corintios 1:2; 1 Corintios 16:1,19; Gálatas 1:2; Colosenses 4:15; 1 Tesalonicenses 1:1; Filemón 1:2).


Es en la Iglesia local donde ponemos en práctica de forma específica todos los mandamientos bíblicos concernientes a las relaciones fraternales y a la “comunión unos con otros” (Hechos 2:42; Juan 13:14; Romanos 12:15; Gálatas 6:2; Colosenses 3:13,16; 1 Tesalonicenses 5:11-14; Hebreos 10:24,25; Santiago 5:14,16; 1 Pedro 3:8). Es en la Iglesia local donde bautizamos como nos mandó el Señor (Mateo 28:18-20), y donde participamos de la Santa Comunión obedeciendo el mandato de Jesús (1 Corintios 11:23-26), y somos bendecidos por el ministerio de pastores y diáconos llamados por el Señor. Es en la Iglesia local donde los creyentes ejercen sus dones para beneficio de otros miembros del cuerpo (1 Corintios 12:4-30; Romanos 12:4-8).

El cristianismo se vive en una relación inquebrantable, comprometida, sacrificada y en el más completo y puro amor dentro de la Iglesia local en la que cada creyente en Cristo fue colocado por el Espíritu Santo mismo (1 Corintios 12:18).


Creemos en Jesús por lo tanto creemos que ÉL edificó y sigue edificando su Iglesia (Mateo 16:18), y esto tiene resultados concretos en la Iglesia local. Creemos en la vida de la Iglesia local porque creemos en Jesús.

Al creer en Jesús le obedecemos, por tanto vivimos una vida comprometida con la Iglesia local porque creemos en Jesús. 




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