La capacidad en la vida del cristiano

Catecismo


17- LA CAPACIDAD EN LA VIDA DEL CRISTIANO 


Hechos 1:8:

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra".


En la anterior lección vimos que el cristiano vive en misión en este mundo. Y podemos decir con toda seguridad que ejercemos esta misión en el poder de Dios. Al igual que Jesús.


JESÚS EN EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO

Durante su bautismo, Jesús fue ungido con el Espíritu Santo para la tarea que tenía por delante. Marcos 1:10 relata: "Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él".

Este es el cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento como Isaías 61:1-3. Profecía que Jesús se aplicó a sí mismo según Lucas 4:16-21.


Esto nos trae una buena pregunta: Si Jesús era Dios ¿para qué necesitaba ser investido de poder por el Espíritu Santo?

William Hendriksen nos puede ayudar a entender esto:

"Aunque la naturaleza divina de Cristo no necesitaba ser fortalecida y en realidad no podía serlo, no ocurría lo mismo con respecto a su naturaleza humana. Esta podía y necesitaba ser fortalecida" ("El Evangelio Según San Mateo". Pag. 227).

El no actuaba como hombre, EL era 100% Dios y 100% hombre. Hebreos 2:14 afirma: "Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo". Y tres versículos después encontramos: "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos" (Hebreos 2:17).

Jesús en ningún momento se despojó de su deidad. EL se despojó de su gloria junto al Padre y de la prerrogativa de usar Su poder como Dios aquí en la tierra. Así EL dependió por completo de la habilidad, capacidad, poder del Espíritu Santo.

Leon Morris escribió: "En su parte humana, Jesús dependía del Padre, igual que el resto de seres humanos. Aquí podemos ver la humillación a la que se sometió, y el gran ejemplo que es para nosotros" ("Evangelio según Juan". Pag. 290).


Entendiendo esto podemos decir que el ministerio de Jesús fue desarrollado y cumplido en la capacidad del Espíritu Santo.

El Espíritu ungió la naturaleza humana de Jesús. Tendemos a pensar que Jesús hizo los milagros en Su naturaleza divina. Pero EL hizo todo lo que hizo en su naturaleza humana a través del Espíritu Santo que descendió sobre ÉL en el bautismo. Fue ahí que Dios empoderó a Jesús para cumplir la misión que EL le dio.

El apóstol Pedro dice en Hechos 10:37,38 que “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con ÉL”.

Y en Hechos 2:22 el mismo Pedro en Pentecostés, afirma: "Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de ÉL".

Por esto, Dios en Isaías 42:1, anunciaba anticipadamente de ÉL: "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre ÉL mi Espíritu".

Y en Isaías 11:2: "Y reposará sobre ÉL el Espíritu de Jehová".


Es un punto que muchas veces solemos no tener en cuenta. Jesús dijo: "yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Aquí se refería a la más completa victoria sobre este mundo, el pecado, la muerte y el reino de Satanás.

¿Cómo venció?

Jesús no actuó en su capacidad divina sino en dependencia total del Padre y en comunión con el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo estuvo involucrado en la vida de Jesús desde su encarnación. El ángel le explica a María como sería la encarnación de Jesús: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35). Y luego le habla un ángel a José: "lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es" (Mateo 1:20).

Era el Espíritu Santo quien guiaba a Jesús para saber qué debía hacer y a donde debía ir. Como vemos en Lucas 4:1; Marcos 9:21; 13:32; Lucas 2:52.

Era el Espíritu Santo la capacidad para hacer lo que debía hacer, como por ejemplo vemos en Lucas 4:14.

Jesús también hablaba por "el Espíritu" según Juan 3:34.

Cuando expulsaba demonios lo hacía "por el Espíritu de Dios" según Mateo 12:24-28.

Aún la capacidad de Jesús en su entrega final a la muerte fue por el Espíritu Santo, como vemos en Hebreos 9:13,14.

Y aún el Espíritu Santo estuvo involucrado en la resurrección de Jesús: Romanos 1:4, en la Nueva Traducción Viviente, afirma: "quedó demostrado que era el Hijo de Dios cuando fue resucitado de los muertos mediante el poder del Espíritu Santo"


¡Todo su ministerio es realizado en el poder del Espíritu Santo!


Todo esto nos dirige hacia un punto muy claro:

Si Jesús, en su parte humana, necesitó al Espíritu Santo para llevar a cabo lo que se le había confiado (Juan 20:21), ¿cuanto lo necesitaremos nosotros para absolutamente TODO?


NUESTRA CAPACIDAD

Cuando Jesús llamó a los discípulos nunca confió en que ellos, por ellos mismos, podrían ser sus discípulos.

Cuando Jesús les encomendó la misión de hacer discípulos jamás confió en ellos, por ellos mismos.

Cuando Jesús le confía a los discípulos Su Iglesia, Jesús no confía en ellos, por ellos mismos. Job 15:15 afirma: "En sus santos no confía, y ni aún los cielos son limpios delante de sus ojos".

¿Entonces en qué confía Jesús?

Desde el mismo principio de Hechos lo vemos:

Jesús resucita y pasa 40 días con los discípulos antes de irse, y les dice algo vital:

Hechos 1:4,5:

"4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días".


En Lucas 24:49 encontramos un registro de palabras similares de Jesús: "yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto".


¿Cuando empieza la Iglesia a cumplir su misión?

Luego de que en la fiesta de Pentecostés en Jerusalén viene el Espíritu Santo. Y dice Hechos 2:4 acerca de aquel día: "y fueron todos llenos del Espíritu Santo".

Allí predica Pedro lleno del Espíritu Santo y Dios salva 3000 personas. Luego predica nuevamente lleno del Espíritu Santo y se calcula que la Iglesia asciende a unos 15.000 ó 20.000 discípulos. Y luego Pedro, lleno del Espíritu Santo, enfrenta a todo el liderazgo judío.

¿En quién confiaba Jesús para que la Iglesia cumpla la misión?

En el Espíritu Santo.

Los apóstoles habían estado con Jesús y podían ser testigos humanamente de las palabras y hechos de Jesús. Sin embargo necesitaron al Espíritu Santo para la misión.


La Iglesia por sí misma es débil, incapaz, impotente, insuficiente. Pero el Espíritu Santo es el poder en la debilidad de la Iglesia.

Por eso, casi en sus palabras finales a sus primeros discípulos, les dice aquellas palabras tan decisivas: "vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días" (Hechos 1:5).

Y 2 versículos después encontramos:

Hechos 1:8:

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra".


La Iglesia encuentra constantemente imposibles.

¿Sabes lo que es un imposible?

Algo que no se PUEDE hacer.

¿Qué trajo el Espíritu Santo a la Iglesia?

Poder.

Cuando en este texto encontramos la expresión "recibiréis poder", se utiliza el vocablo griego "dúnamis" ("fuerza, habilidad, capacidad, poder, recursos" - "New International Dictionary of NT Theology"). 

El poder es la capacidad para hacer.

"Recibiréis PODER, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo".


¿Qué es el motor de un auto?

La capacidad para que éste pueda andar.

Sin motor, puede ser muy moderno, muy amplio, muy bonito, muy cómodo, muy seguro, pero nunca podrá andar.

El motor es su poder, su capacidad de poder andar.

Así el Espíritu Santo nos es dado a los creyentes para que podamos hacer lo que es imposible para nosotros en una era que aún seguirá en conflicto, adversidad y aflicción hasta la segunda venida de Jesús.

En la llenura de ÉL, podemos.

En la lejanía de ÉL, nos encontramos impotentes, débiles, distraídos, sin conciencia de Dios, errando en cada pensamiento, desarrollando las tareas que ÉL nos confió de forma totalmente humana. Luchando y desgastándonos en nuestras capacidades humanas.

Confiando sólo en lo que vemos.

Más concentrados en las dificultades de la vida cotidiana de una congregación que en el poder de Dios para avanzar en los imposibles y oposición.


No es suficiente nacer de nuevo, no es suficiente ser salvos en Cristo, no es suficiente bautizarse en agua, para cumplir la misión que Jesús nos dio, necesitamos la capacidad que sólo el Espíritu Santo puede dar.

No somos llamados a una tarea conforme a nuestra capacidad. ¡NO!

Somos llamados a misiones conforme a la capacidad del Espíritu Santo.


ES LA MISMA IGLESIA

Los dones espirituales reflejados en 1 Corintios 12-14 siguen estando vigentes y disponibles para la Iglesia, los cuales la capacitan para la misión que le fue dada por su Señor. 

Así de esta manera la Iglesia da testimonio de Cristo, no solo con palabras sino con señales de la resurrección de Cristo.

Así nos mandó Jesús:

Marcos 16:15-18:

“15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 

17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 

18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.


Y así hacían los primeros cristianos:

Hechos 4:33:

“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús”.


Hechos 8:5-8:

“5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. 

6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.

7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 

8 así que había gran gozo en aquella ciudad”.


Y por esto oraban los primeros cristianos:

Hechos 4:29-31:

“29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 

30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 

31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”.


La Iglesia hoy en día es la Iglesia, al igual que la Iglesia del primer siglo. No hay varias Iglesias. Por tanto los cristianos hoy tienen el mismo poder que estaba en la Iglesia del primer siglo, las mismas señales, milagros, sanidades, la misma autoridad para echar fuera demonios, y los mismos dones espirituales; porque todo esto fue ganado por Cristo para la Iglesia de los llamados “postreros tiempos”. 

Las Escrituras llaman "los postreros días” o “último tiempo” al período entre la primera venida de Jesús hasta su segunda venida (1 Juan 2:18; 1 Pedro 1:18-20; Hebreos 1:2; 2 Timoteo 3:1).

Así el apóstol Pedro recordó la profecía de Joel, diciendo:

“Y en los postreros días, dice Dios,

derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

vuestros jóvenes verán visiones,

y vuestros ancianos soñarán sueños;

y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.


Y luego el apóstol Pedro añade: "para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:39).


¡Si eres cristiano, el Espíritu Santo es la capacidad para tu misión en este mundo!



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