2 Timoteo 3:16,17:
“16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
Dios, en su amor imposible de medir, se reveló al hombre.
Inicialmente en plena comunión con el primer hombre (Génesis 1:28,29; 2:16,17) y en su creación (Romanos 1:19,20), luego en su gracia común (Hechos 14:16,17), posteriormente a través de sus profetas y "santos hombres de Dios" (2 Pedro 1:19-21), lo cual tenemos registrado en el Antiguo Testamento, y finalmente por medio de su Hijo (Hebreos 1:1,2), luego desplegando el Espíritu Santo esa revelación de Cristo a través de los apóstoles (Juan 15:26,27; 16:14; Hebreos 2:3,4) reflejado infaliblemente en el Nuevo Testamento.
Como vimos en la primera parte de este Catecismo (”Qué Somos”), Missio preserva mucho de la tradición de la Reforma del siglo 16, y esto incluye todo lo referente al principio regulador de la fe cristiana usado por los reformadores llamado “Sola Scriptura”, que veremos en esta lección.
LA REVELACIÓN DE DIOS ESCRITA
Juan Calvino escribió en el siglo XVI: “Es necesario tomar como regla verdadera de justicia la Sola Scriptura, diligentemente y con corazón humilde” (”Institución”. III,17,8).
En la revelación de Dios, las Escrituras son esenciales.
Bajo el nombre de "Santas Escrituras" o la Palabra de Dios escrita, se encuentran todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento.
Todos estos fueron dados por inspiración de Dios, como leímos al principio en 2 Timoteo 3:16:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios...”.
Esto quiere decir que los autores bíblicos escribieron bajo la guía del Espíritu Santo de Dios.
La Biblia es inerrante e infalible.
Cuando decimos “inerrante” significa que los manuscritos originales fueron formados sin error alguno revelando con precisión y exactitud lo que Dios quería hacer conocer al hombre.
Y al decir “infalible” creemos que la Biblia en sus traducciones más ampliamente aceptadas en cada idioma cumplen infaliblemente cuatro funciones:
1- La Palabra de Dios infaliblemente logrará su propósito
2- Nos entrega un testimonio fiel de la revelación y redención salvadora de Dios por medio de Cristo
3- Nos provee de una norma autoritativa de fe y conducta
4- A través de ellas habla el infalible Espíritu de Dios por quien fueron dadas.
EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
La Biblia incluye 39 libros en el Antiguo Testamento y 27 libros en el Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento proclama la creación de Dios de todas las cosas, la desobediencia original de la humanidad y sus consecuencias, el llamado de Dios a Israel a ser su pueblo, su Ley, sabiduría y obras salvíficas, y la enseñanza de los profetas junto con las promesas de Dios. Pero principalmente refleja el anuncio de Cristo, revelando el propósito de Dios de rescatar, reconciliar y restaurar al mundo.
El Nuevo Testamento es un registro fiel de lo que Jesús le entregó a sus apóstoles: su encarnación, vida, enseñanza, muerte, resurrección, ascensión, regreso y futuro reino. Y luego las implicaciones que todo esto tiene en la vida personal, la Iglesia y el mundo. En el Nuevo Testamento encontramos el cumplimiento de todas las promesas de Dios hechas en el Antiguo Testamento.
Las Escrituras tienen autoridad única porque sabemos a ciencia cierta (2 Pedro 1:19):
1- el Antiguo Testamento fue escrito por los profetas de Dios (2 Crónicas 20:20; Amós 3:7; Hebreos 1:1).
2- el Nuevo Testamento contiene la doctrina que Jesús le entregó a los apóstoles (Mateo 28:18-20).
3- tanto los profetas como los escritores del Nuevo Testamento fueron inspirados por Dios para registrar lo que ÉL les había entregado. 2 Pedro 1:21 dice que estos “santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
Así la Iglesia desde el principio permaneció en la “la doctrina de los apóstoles”.
Hechos 2:42:
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.
Pedro predica por primera vez desde que se fue Jesús, y se forma esta primera Iglesia. Y ya dice qué enseñaban y aprendían: “la doctrina de los apóstoles”.
Esta es “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). ¡Esta es la enseñanza cristiana, lo que Jesús le entregó a los apóstoles y los apóstoles a la Iglesia!
LA AUTORIDAD DE LAS ESCRITURAS
Una vez que Jesús ascendió vivo a los cielos (Hechos 1:9-11), los apóstoles comenzaron a entregar a la Iglesia lo que Jesús les había confiado. Y lo dieron primero oralmente y luego, entre los años 45 al 95 d.C., por escrito, y esto es lo que hoy tenemos como el Nuevo Testamento.
La Iglesia ante los ataques de personas que enseñaban herejías, y ya no teniendo la palabra directa de los apóstoles para definir la doctrina cristiana (como sí había sucedido en la transmisión de la Verdad del primer siglo), fue viendo cada vez más la necesidad de conformar un grupo exacto y consensuado de cartas que sería considerado el Canon (regla) del nuevo pacto en Cristo, de lo cual tenemos registro que ya existía en el IV siglo.
Es muy importante recordar que ante personas que querían traer nuevas verdades, la Iglesia no escribió su propio libro de doctrinas, sino que volvió a mirar los escritos del primer siglo que contenían la "doctrina de los apóstoles", para decir: "no nos interesan las nuevas verdades, queremos la enseñanza apostólica". ¡Así debemos hacer nosotros hoy! Debemos mirar al Nuevo Testamento para determinar la doctrina cristiana.
La Iglesia cristiana no acepta ninguna supuesta tradición oral que contradiga de alguna manera lo expresado en la doctrina que Jesús le entregó a los apóstoles: lo cual tenemos de forma fiel y segura en el Nuevo testamento. Una congregación apostólica obedece lo dicho por el apóstol Pablo en, por ejemplo, 2 Tesalonicenses 2:15:
"Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra".
La guía infalible para nuestra misión como cristianos es la Biblia.
LOS SUCESORES DE LOS APÓSTOLES EN LAS IGLESIAS LOCALES
Los apóstoles en el primer siglo constituyeron pastores como sus sucesores de autoridad en cada Iglesia local para su cuidado. Para esto les confiaron la doctrina que habían recibido de Jesús. Así los pastores debían ser “retenedores de la palabra fiel tal como se les había sido enseñados” (Tito 1:9).
Con el correr de los siglos, hoy en día, los pastores no reciben de forma oral directa de los apóstoles la doctrina cristiana, pero sí la reciben de forma escrita: el Nuevo Testamento, con la base del Antiguo Testamento.
De esta manera el Espíritu Santo utiliza a los pastores de cada congregación local en cada generación de creyentes para enseñar la doctrina de los apóstoles fielmente, dirigir en base a ella, y formar a pastores que los sucederán. Y así se cumple lo que Jesús determinó: que cada nueva generación de creyentes sea formada en la verdad a través de la Iglesia.
Jesús jamás pensó en creyentes individualistas que se forman a sí mismos. ÉL constituyó un cuerpo (1 Corintios 12).
Efesios 4:15,16:
“15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.
Si algo que se afirma es ajeno al Nuevo Testamento, es ajeno a la doctrina de los apóstoles, por tanto es ajeno a Jesús. Si algo se ordena en el Nuevo Testamento debe ser obedecido, si algo se prohibe, debe ser desechado, si se guarda silencio sobre ese punto, debe haber libertad.
Para esto es muy importante no confundir la “Sola Scriptura” con “Solo Scriptura” o “Nuda Scriptura” (la Escritura desnuda).
Para los que viven bajo los términos “Solo Scriptura” y “Nuda Scriptura”, la Biblia es la ÚNICA autoridad. La “Sola Scriptura” afirma que, al ya no estar Cristo ni sus apóstoles con nosotros, la Biblia (el registro de lo que escribieron los profetas y apóstoles inspirados por el Espíritu Santo) es la autoridad FINAL, cual implica que hay autoridades menores como los Credos, Concilios, la tradición, Confesiones de Fe, otros escritos, la Iglesia y sus líderes, etc...
“Solo Scriptura” y “Nuda Scriptura” se trata de “la Biblia y yo”.
Cada miembro debe considerar a sus pastores como el medio principal que Jesús le dio para ser hecho discípulo de Jesús. Cada cristiano debe considerar su Iglesia local como maestra de la verdad, para él.
Esta es la razón por la que la Palabra de Dios nos insta:
Gálatas 6:6:
"El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”.
Y:
1 Timoteo 5:17:
"Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”.
EL ENFOQUE CRISTIANO AL LEER LAS ESCRITURAS
Cuando aquellos que quieren adentrarse en la profundidad del conocimiento de las Escrituras estudian los idiomas originales de las Escrituras (hebreo, griego y arameo), lo deben hacer para trabajar en el estudio hermenéutico y entender cabalmente las verdades ya expresadas en las infalibles traducciones bíblicas que Dios nos ha dado en cada época, y no con el propósito de encontrar doctrinas nuevas que las versiones bíblicas más comúnmente usadas supuestamente no reflejan.
La base de nuestra convicción al respecto es que por encima de los errores y malas intenciones que los hombres puedan tener, Dios es Fiel, Todopoderoso y Soberano y nadie puede estorbar Su propósito de entregarle su Palabra infalible a Su pueblo.
El dice: “Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?” (Isaías 43:13).
Se deben evitar doctrinas que no están contempladas dentro de la fe dada por Jesús a sus apóstoles, que apenas son filosofías de medios versículos de aquí y allá intentando explicar cosas que el Nuevo Testamento no tuvo la menor intención de definir con claridad, que no son en absoluto el foco en el que Jesús y sus apóstoles se centraban; son una distracción del diablo, un estorbo. Son, como lo definió el apóstol Pablo, "cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias” (1 Timoteo 6:4,5), “vana palabrería” (1 Timoteo 1:6), “filosofías y huecas sutilezas” (Colosenses 2:8), “humana sabiduría” la cual Pablo dijo que él no usó ni en su palabra ni en su predicación (1 Corintios 2:4).
2 Timoteo 2:14:
“Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes”.
Tito 3:8-11:
“8 Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.
9 Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho.
10 Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo,
11 sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”.
Esas son las distracciones del diablo en las que caemos cuando nos desviamos con debates interminables sobre temas que Dios no quiso dejar claro en su Palabra.
Antes de leer la Palabra de forma privada, siempre es esencial que todo cristiano pida en oración la guía del Señor. 1 Corintios 2:14 afirma: “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.
Esto por supuesto no significa que alguien con su mente humana no pueda entender las historias y afirmaciones de la Biblia. Lo que sí quiere significar es que jamás con la mente humana se podrá alcanzar el propósito profundo de Dios al darnos su Palabra. “El hombre natural” no puede tener una verdadera experiencia con las Escrituras ni interpretarlas correctamente, “se han de discernir espiritualmente”. Sino leerás la Biblia como un libro de datos y hechos históricos. Terminarás de leerla y no habrá hecho nada en tu vida, y la entenderás equivocadamente.
El Espíritu Santo es quien te debe guiar en la lectura de las Escrituras (1 Corintios 2:12-14). ÉL es el Maestro Divino. Siempre ora al Señor para que su Espíritu te guíe. ÉL iluminará la Palabra (Salmo 119:18,27,33,34; 43:3,4), y esta trabajará en ti (Salmo 19:7,8), será tu gozo (Salmo 119:47), mejor que toda riqueza (Salmo 119:14, Salmo 19:19, Job 23:12), y te hará “sabio para la salvación” (2 Timoteo 3:15).
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