Jesús

Catecismo


6- JESÚS

Génesis 3:15:

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.


CUMPLIMIENTO DE LOS PROFETAS

Como hablamos en la sección pasada, Dios eligió hablar por medio de sus profetas. Escuchar y creerle a los profetas de Dios era escuchar y creerle a Dios.

"Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados" (2 Crónicas 20:20). Dios dijo a través del profeta Amós: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).

Jesús contó una historia sobre un hombre que murió y desesperado pide a Abraham, que está en la esfera celestial, que alguien se levante de los muertos para advertirle a sus familiares de lo que sucede al morir, y Abraham responde: “A los profetas tienen, óiganlos” (Lucas 16:29).

¿Cómo tenían a los profetas?

Por medio de los escritos de los profetas. Lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento. 

El apóstol Pedro dijo que de esa forma tenemos “la palabra profética más segura” (2 Pedro 1:19).


Todo lo que leímos en el estudio pasado sobre los escritos de los profetas y mucho más que por una cuestión de tiempo no pudimos leer, todo, tiene cumplimiento en Jesús. Todo el plan de Dios ante la rebelión del ser humano y su tragedia, todo, el Padre se lo confió al Hijo.

Dicho de otro modo: Jesús es quien lleva a cabo todo el plan de Dios para la restauración del ser humano y la tierra.

Todo lo que Dios prometió que haría desde Génesis 3:15 en adelante es hecho por Jesús.

Hubo una rebelión en los cielos y en la tierra en la que Satanás estableció su reino. Dios aseguró que entraba en guerra hasta obtener la victoria total. Dijo lo que acabamos de leer:

Génesis 3:15 (nuevamente):

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.


Dios declara guerra:

“esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

Esta “simiente de mujer”, este hombre descendiente de mujer, sufrirá en manos de Satanás y su reino: 

-“tú le herirás en el calcañar” (una herida de guerra pero no letal).

-”esta te herirá en la cabeza” (el reino de Dios vencerá).

 ¡Hay una guerra entre dos reinos!

Dios habla de enemistad: “Y pondré enemistad entre ti (Satanás) y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya”.

A partir de ese momento Dios tiene enemigos. Todos aquellos que permanecen en rebelión contra su reino.


LLEGA JESÚS

Ese hombre que nacerá de una mujer es Jesús.

A partir de ahí Dios anuncia a través de sus profetas que enviará a su Hijo para que reestablezca su reino en la tierra.

¡Llega Jesús, siendo Dios (Juan 1:1) se despoja de su gloria y del uso de su propio poder como Dios, se hace semejante a los hombres (Filipenses 2:6-8), y se dedica plenamente a dar cumplimiento a todo lo que su Padre prometió!

¡A eso se dedica! ¡Ese es su plan de vida! ¡Todo lo que hace y dice es cumpliendo lo que el Padre prometió que hará a través de su Hijo (Isaías 53:10)!

El Salmo 40:7 es una profecía en la que habla Jesús mismo, casi mil años antes de que Jesús naciera en la tierra. Y dice: “En el rollo del libro está escrito de mí. El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”. Se refiere a que las Escrituras anunciaban lo que Jesus iba a hacer, y ÉL cumpliría exactamente lo que estaba escrito de ÉL por los profetas.


Mateo 5:17,18:

“17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”.


Jesús le dice a ciertos judíos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Y Jesús también dijo: “Se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre” (Lucas 18:31).


Jesús hace lo que el Padre dijo que haría a través de ÉL. Así Jesús describe su ministerio como: “Las obras que el Padre me dio para que cumpliese” (Juan 5:36).

Y dice: “No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30). 

El Padre cumple sus promesas hechas a través de los profetas, por medio de lo que hace el Hijo. Por eso Jesús dice con toda claridad: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre... Yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:9,10).


Todo el ministerio terrenal de Jesús fue cumpliendo lo que Dios prometió que haría. Todo.


Por eso la noche antes de morir, Jesús le dijo al Padre: “He acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4). Y segundos antes de morir, desde la cruz, le dijo al Padre: “Consumado es” (Juan 19:30).

¡Todo lo que tenía que hacer en su ministerio terrenal, para cumplir lo que Dios dijo que haría, estaba hecho!


Luego de esto, Jesús "descendió primero a las partes más bajas de la tierra" (Efesios 4:9), al lugar de los muertos; su espíritu no permaneció dentro de su cuerpo, sino que entró en la esfera de la muerte "y le predicó a los espíritus encarcelados" (1 Pedro 3:19).

Y el Padre cumplió su promesa de que lo resucitaría (Salmo 16:10). 

Al tercer día, domingo a la mañana antes de amanecer (Juan 20:1) lo levantó de entre los muertos (Lucas 24:1-49; Hechos 2:32). Así, en un cuerpo de resurrección, pasó 40 días con sus discípulos “hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:3), y luego a la vista de sus discípulos, "fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de los ojos" de los discípulos (Lucas 24:50,51; Hechos 1:9-11). Así subió al cielo, y está sentado a la diestra del Padre (Salmo 110:1; Hebreos 1:3,13), haciendo avanzar el reino de Dios en la Tierra hasta su cumplimiento total en su prometida segunda venida.


EL SER HUMANO PERFECTO

Afirmamos junto a la teología histórica cristiana que Jesús es la segunda persona de la “Trinidad”, no creado, de la misma naturaleza del Padre (Colosenses 2:9), siendo verdadero (1 Juan 5:20) y eterno Dios (Juan 1:1; 1 Timoteo 3:16; Hebreos 1:5-13; Apocalipsis 5; Romanos 9:5). “Jesús posee inmortalidad en su naturaleza, la posee en su sustancia, y la posee no por una gracia temporal, sino gracias a la sempiterna naturaleza divina… en cuanto que es Hijo coeterno. Posee inmortalidad como la tiene el Padre” (Ambrosio - “Sobre la Fe”. 5,2,36).

ÉL es la vida misma (Juan 11:25) y por medio de ÉL todo llegó a existir (Colosenses 1:15,16).

En Jesús, vemos al Dios infinito, la autoridad suprema, reduciéndose por amor a lo más pequeño de lo pequeño.


Dios le había confiado al ser humano el gobierno de la Tierra. El ser humano fue puesto como representante del reino de Dios. Dios determinó obrar en la Tierra a través de su representante: el hombre.

Por lo que Satanás atacó al representante del reino de Dios, el vehículo del propósito de Dios. Satanás no puede atacar a Dios, es infinitamente superior a ÉL. Por lo que decidió atacar al medio que Dios utiliza para su propósito en la Tierra.

Así Satanás tentó al ser humano y lo llevó a la rebelión contra Dios, y lo dominó (como vimos el domingo pasado). El ser humano, encargado de establecer el reino de Dios, quedó como un esclavo del reino de Satanás. Sin esperanza.


Por lo que si Dios había decidido, en su plan, reinar a través de su representante, el vehículo de su propósito, el ser humano; y el ser humano estaba dominado por Satanás sin posibilidad de liberarse, Dios, en Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre. “Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16) y trajo salvación al ser humano.


Así Jesús, naciendo milagrosamente en el vientre de María (Lucas 1:35), una jovencita que aún era virgen (Lucas 1:26-38; 2:1-20), tomó verdadera naturaleza humana, y fue el perfecto ser humano que desde el mismo inicio de su ministerio atacó al reino que había vencido al hombre: el reino de Satanás (Lucas 4:1-12; 1 Juan 3:8). 

Como perfecto ser humano nos enseñó cómo debe ser el ser humano según el reino de Dios (Juan 13:15; 1 Pedro 2:21; Mateo 5-7). Sanó a personas mostrándonos que en el reino de Dios no hay enfermedad ni muerte.

Y como ser humano perfecto, sin pecado (2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15), alrededor de los 33 años de vida en la Tierra, se entregó a la muerte en pago suficiente delante de su Padre por todo pecado de los seres humanos (1 Juan 2:2). 

Toda nación tiene sus leyes que determinan lo que merece el transgresor de la ley. En Estados Unidos hay Estados donde a ciertos delitos se los condena con la muerte. Dios, como fuente de toda justicia, determinó que lo que merece el transgresor de su ley es la muerte. La ley de Dios dice: “La paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23).

Dios, el Juez, vio la rebelión del ser humano y dijo: “Culpables, merecen la muerte”.

Pero el juicio no terminó ahí. Luego de esto, Dios, el Juez, entregó a su propio Hijo como pago por la condena que merecíamos.

Imaginemos a alguien que mira a Dios en ese momento, y le dice: “Eyyy... ¿estás seguro, Dios, que quieres entregar a tu Hijo? La paga del pecado es la muerte. Si entregas a tu Hijo por la condena del ser humano, tu Hijo debe morir”.

Y Dios insistió y entregó a su Hijo. Y el diablo, los demonios, los romanos y muchos judíos lo crucificaron con todo el odio que pudieron tener; mientras Jesús se entregaba con un amor por nosotros que jamás podremos explicar.

Pero en el mismo momento que Jesús murió, todo el que cree en ÉL queda libre de pagar la condena por el pecado. El pago suficiente fue hecho delante del Juez, Dios; por Jesús y su muerte. Todo el que cree en Jesús queda libre. 


CAMBIO DE REINO

Por la rebelión de Adán, toda la raza humana entró en rebelión y muerte, y quedó bajo el dominio del reino de Satanás en la Tierra.

Ahora, por la obediencia de otro ser humano (1 Corintios 15:45), Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, todos los que creen en ÉL, recibiéndolo como su Salvador y Señor, es perdonado su pecado (Hechos 10:43), se les hace hijos de Dios (Juan 1:12) y herederos de Dios (Romanos 8:17), y regresan en amor al reino de Dios.

Colosenses 1:12,13:

“12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”.


En Jesús fuimos rescatados por Dios. Ya el reino del diablo no tiene autoridad sobre nosotros. En Jesús, Dios “nos ha librado de la potestad de las tinieblas”. Ahora estamos bajo otro reino.

¿Qué dice Colosenses 1:13? ¿A qué reino fuimos trasladados?

“el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, Y TRASLADADO AL REINO DE SU AMADO HIJO”.

Fuimos trasladados al reino de Jesús. El reino de su amado Hijo. Hechos 26:18 dice que cuando rendimos nuestra vida a Jesús pasamos “de la potestad de Satanás a Dios”.

Ahora Jesús es nuestro Señor (Romanos 14:9). Nos arrepentimos de la rebelión contra el reino de Dios, recibimos perdón en Jesús, y pasamos a someternos al Señor Jesucristo. ¡Es un cambio de Señor!


Ya no somos nuestros propios dioses.

Ya Satanás no es nuestro amo.

Ya no formamos parte del reino de rebelión contra Dios.

Los que creemos en Jesús, Jesús es nuestro Señor. Rendimos nuestras vidas al reino de Dios. ¡Y esa es la salvación de Dios!


JESÚS ES CENTRAL

Ya vimos en la primera parte de este Catecismo (”Qué Somos”), que Missio preserva mucho de la tradición de la Reforma del siglo 16, esto incluye todo lo referente a lo que los reformadores sintetizaron en el lema “Solus Christus” (Solo Cristo), que estamos desarrollando en esta lección.

Queda muy claro por todo lo expresado hasta acá, Jesús es absolutamente central en el cristianismo.


Lamentablemente, hoy en día, no es raro ver personas que hablan de Dios pero apenas usan el nombre de Jesús como un sinónimo de Dios. Algunos incluso parecen hacer milagros. Se trata de una religión de creencia en Dios, sin Cristo.


No se quita a Cristo por casualidad. No es que: "ups... es verdad... hablé de Dios y me olvidé puntualmente de mencionar también a Jesús". NO.

1- Se quita a Cristo porque el diablo sabe que sin Cristo no tienes nada (2 Corintios 4:4). Sin Cristo no tienes ni a Dios ni nada.


2- Se quita a Cristo porque Cristo es el Señor. 

La gente no tiene problema con un Dios a su favor. Tienen problema con Dios como autoridad. Y Jesús es el Salvador ante la autoridad de Dios que demanda arrepentimiento de la rebelión y fe. Y Jesús es la autoridad enviada por el Padre que demanda obediencia. Volvernos al reino de Dios.

Hablar de Jesús en la cruz no tiene sentido si no se habla primero de:

el juicio de Dios a la rebelión frente a la autoridad de Dios.

Si la rebelión contra Dios apenas es una travesura de niños que todos hacemos, entonces, ¿el Hijo de Dios desangrándose clavado en un madero para perdón de los pecados? 

¿Dios Padre es tan rencoroso que necesita que su Hijo muera en la cruz para que ÉL pueda perdonar la travesura de niños? 

¿Y qué va a pasar cuando mueran aquellos que no crean en Jesús? ¿Infierno?

¿Qué Dios es ese? ¿Un dictador ególatra?


Choca, molesta, enoja, el mensaje de la cruz. Es más fácil simplemente hablar de un Dios bonachón que acepta a todos y ayuda a todos siempre.

No se quita a Cristo por casualidad.

Se quita a Cristo del mensaje porque es otra forma de mantenerse en rebelión contra la autoridad de Dios. Siguen viviendo como se les antoja, siendo sus propios dioses, continúan en la rebelión de Adán pero ahora se encuentra el atajo y se continúa con la ayuda de este Dios bonachón sin Cristo. 

Un dios con 3 lindos atributos de poder, amor y bondad. ¿Para qué más?


No quieren el mensaje de la cruz ni tampoco quieren a Jesús como Señor que vuelve a establecer el reino de Dios en la tierra.

¿Por qué?

Porque ahí está realmente la línea divisoria: los que rinden sus vidas a Jesús como su Señor y los que no rinden sus vidas a Jesús como Señor.

Por eso Romanos 9:33 llama a Jesús: “piedra de tropiezo y roca de caída”. Así algunos en la Iglesia de Galacia minimizaban la central importancia del mensaje de la cruz. Pablo dice que ellos así quitaban “el tropiezo de la cruz” (Gálatas 5:11). Dice literalmente que lo hacían “para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo” (Gálatas 6:12). Y a los corintios Pablo les explica: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Corintios 1:18). 


¿Un Dios que ayude a la creación de nuestro propio reino? Sí. 

Incluso. ¿Un Dios que perdone pecados para no sufrir? Bueno.

¿Un Dios como autoridad suprema? ¿Rendir la vida al reino de Dios y al Señor Jesucristo?

Un extremo. 


¿La realidad?

Eso es el cristianismo según la Biblia. Ese es el evangelio, las buenas nuevas que son "poder de Dios para salvación" (Romanos 1:16). ¡Esa es la salvación de Dios!

¡Y es glorioso vivirlo!

ES LÓGICO, BUENO Y JUSTO QUE DIOS SEA EL CENTRO DE LA EXISTENCIA.

¡El Señor Jesús nos ha rescatado de las tinieblas, y ahora somos suyos otra vez! ¡Volvimos al propósito de Dios!




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