Mateo 28:16-20:
“16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.
17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban.
18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.
En este pasaje, Jesús resucitado se encuentra con sus apóstoles y les entrega lo que comúnmente se denomina “La Gran Comisión”.
Jesús victorioso dice que, tras su muerte y resurrección, ahora se le otorgó “toda potestad en el cielo y en la tierra”, y con esa autoridad suprema, nos envía a hacer discípulos a todas las naciones, 1) bautizándolos y 2) enseñándoles a guardar lo que ÉL le enseñó a los apóstoles.
Es el mandato de que la Iglesia debe bautizar, y que cada persona que quiere ser discípula de Cristo debe ser bautizada por la Iglesia.
NECESARIO
El Bautismo en agua es un acto sagrado y solemne, porque como la misma palabra Sacramento lo indica contiene realidades que van mucho más allá de lo visible (el Bautisterio y el agua). Es, como dijo Agustín, "una señal visible de algo sagrado, una forma visible de una gracia invisible" ("La Catequesis". XXVI. 50. y "Cartas". 105,III,12).
Si solo se tiene en cuenta lo que se ve, son elementos naturales, pero el Bautismo en agua es un acto sagrado y solemne porque es "una señal visible de algo sagrado”. Dios ordenó el Bautismo y Dios obra a través de la Iglesia en la persona bautizada.
Y como en todo símbolo, nuestra actitud con el símbolo es nuestra actitud con aquello representado. Cuando en 1 Crónicas 13 Uza toca el arca del pacto y muere, no es porque el mueble del arca fuera especial en sí, sino por aquello que representaba: la presencia y gloria de Dios.
Así el Bautisterio con el agua, cuando la Iglesia lo usa para cumplir el mandato de Jesús de bautizar a los nuevos creyentes, se transforma en un medio sagrado y solemne para un acto sagrado y solemne.
Y, este acto sagrado y solemne es generalmente necesario para la salvación.
¿Por qué necesario para la salvación? ¿Y por qué generalmente?
El Catecismo Anglicano de 1662 afirma que los Sacramentos son “generalmente necesarios para la salvación”.
Una persona que no se bautiza en una congregación cristiana, a menos que se vea imposibilitada por alguna razón como en el caso del hombre en la cruz al lado de Jesús (Lucas 23:39-43), está pecando delante de Aquel que le ordenó bautizarse. No porque el agua en sí tenga poder alguno o porque el Bautismo sea una obra añadida a la fe como se confunden algunos, sino porque quien constituyó este medio decidió que obedeciéramos en fe.
¿Una persona que roba puede ser considerada salva?
No. ¿Por qué?
Porque Dios manda que las personas no roben, y una persona en rebeldía a la voluntad de Dios no puede ser considerada salva (1 Juan 3:6-10). Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
Lo mismo sucede con el Bautismo. Dios manda que las personas que creen en Cristo se bauticen. Una persona en rebeldía a la voluntad de Dios no puede ser considerada salva. Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
Jesús resucitado también dijo algo más acerca del Bautismo.
Marcos 16:16:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.
“El que no creyere, será condenado”. Pero “el que creyere y fuere bautizado, será salvo”. Según estas palabras de Jesús, Dios considera que una persona es salva si cree y es bautizada.
A no ser que por alguna razón no pueda hacerlo verdaderamente.
Por esto Martín Lutero escribió: “Por consiguiente, quien deseche el Bautismo también desechará la Palabra de Dios, la fe y a Cristo, que nos conduce y nos liga al Bautismo” (”Catecismo Mayor”. Sobre el Bautismo). Y el Catecismo de Juan Calvino de 1541, advierte: “El que tuviese en poco el uso de los Sacramentos convendría no tenerlo por cristiano, pues en esto se desprecia a sí mismo para confesarse como tal, ya que tácitamente está negando a Jesucristo” (Sobre los Sacramentos).
¿Qué pasa con una persona que se arrepiente y cree en Jesús?
Es justificada gratuita e instantáneamente por su fe en Cristo (Romanos 3:24). Y esa fe, si es verdadera, tiene obras. Santiago 2:17 afirma: “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. La fe tiene obras. No es algo que la persona hace de agradecido a Dios. La fe tiene obras. Es como decir “el sol tiene luz”. Esa persona justificada gratuita e instantáneamente por su fe en Cristo continúa avanzando en obediencia. El Bautismo es obediencia por la fe, y en esa obediencia por la fe de bautizarse, Dios autentica su salvación. No es una obra añadida a la fe, es la fe. La fe tiene obras.
¿La persona no tiene el sello del Bautismo? ¿Tuvo oportunidad de bautizarse? Sí.
No tiene salvación porque no tiene fe. La fe tiene obras.
Puede haber sido un simple entusiasmo del principio, o puede haber sido una aceptación de la gracia del Espíritu Santo cuando se le predicó, pero luego tuvo un posterior rechazo a esa gracia. La gracia es resistible.
PERDÓN DE PECADOS
Así es que el Nuevo Testamento une el Bautismo con el perdón de pecados.
Esto lo vemos por ejemplo cuando el apóstol Pedro le predicó a una multitud en Jerusalén en la fiesta de Pentecostés. La gente que lo oyó quedó realmente preocupada por lo que escuchó, y le preguntó qué debían hacer :
Hechos 2:37,38:
“37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
El arrepentimiento y el bautismo traería perdón: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo PARA perdón de los pecados”.
Algo similar sucede cuando Saulo se convierte a Cristo. Un hermano llamado Ananías le dice que se bautice y que así lavará sus pecados:
Hechos 22:16
“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”.
Así es como el Credo Niceno-Constatinopolitano del año 381 d.C., afirma: "Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados”.
Nada de esto significa que la persona que ha creído en Jesús no es perdonada hasta su Bautismo en agua, sino que aquello que comenzó en la vida privada es autenticado y profundizado por el Espíritu Santo a través de la Iglesia. Y lo que el sacrificio de Jesús consiguió en su muerte en la cruz es aplicado y afirmado en la persona en el Bautismo en agua.
El Bautismo es un sello en el sentido de que autentica algo que ya está sucediendo en la vida de la persona. La Iglesia, al bautizarnos, “en cierta manera nos hace válido, según que Dios ve que nos es necesario”, aquello que ya comenzamos a vivir en Cristo de forma personal.
Autenticar es “certificar la autenticidad de algo” (RAE), como cuando una persona terminó su doctorado cierto día pero se le entrega su certificado cierto tiempo después. O como cuando falleció el rey Jorge VI del Reino Unido en febrero de 1952 y todos reconocieron que su hija era la heredera legítima de su trono, pero, su coronación como la reina Isabel II, recién fue en junio de 1953. Así, casi un año después, esa fue su autenticación, el sello.
La persona por la fe busca añadirse a la Iglesia de Cristo y Dios la injerta por medio del Bautismo.
La persona es justificada por la fe en Cristo. Y esa fe la impulsa a la obediencia de querer añadirse a la Iglesia de Cristo a través de unirse a una Iglesia local porque Dios así lo manda. Y ahí, en la Iglesia local, no es que la persona se bautiza, la persona recibe el Bautismo “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). El creyente recibe la autenticación de Dios de que se le concedió en su fe el perdón de pecados. Dios a través de la Iglesia injerta a la persona en la Iglesia.
Es una relación que avanza siempre basada en la fe en Cristo.
Si una persona no ingresa a una congregación cristiana y se bautiza, pudiendo hacerlo, su fe no es considerada por Dios como la fe que justifica.
En este contexto es que 1 Pedro 3:21 dice: “El Bautismo que corresponde a esto ahora nos salva”.
Martín Lutero explicó que esto transforma al agua del Bautismo en “agua divina, celestial, santa... que hace vivir con ÉL eternamente. (Porque) lo que Dios hace y obra en nosotros quiere hacerlo valiéndose de tales medios externos por ÉL instituidos” (”Catecismo Mayor”. Sobre el Bautismo).
Así es como Ignacio de Antioquía en el año 110 d.C. escribió: “Que vuestro Bautismo permanezca en vosotros como un escudo” ("Carta a Policarpo". VI).
LA FAMILIA DE DIOS
El apóstol Pablo explicó en Efesios 2:18,19:
“18 porque por medio de él (de Cristo ) los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”.
Por la fe en Jesús, el Espíritu Santo nos hizo miembros de una familia, “miembros de la familia de Dios”. El versículo 18 dice: “tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”. Es el Espíritu Santo el que nos añade a la familia de Dios.
No se trata de algo simbólico, sino que verdaderamente fuimos añadidos a una familia, así Dios es nuestro Padre, Hebreos 2:11 dice que Jesús “no se avergüenza de llamarnos hermanos”, y todos nosotros, los que estamos en Cristo, somos hermanos (Mateo 23:8).
Así, de esa manera, como la circuncisión era la señal de formar parte de esa familia de Israel, el Bautismo es la señal externa de que los que están en Cristo son “miembros de la familia de Dios”. Ahí es donde, lo que comenzó de forma privada cuando se nos predicó el evangelio y creímos, se sella en el Bautismo en la Iglesia por el Espíritu Santo, y así somos añadimos a través de la Iglesia a esta familia.
SEÑAL Y SELLO
Cuando hablamos de que el Bautismo es una señal visible de algo sagrado, nos referimos a que el Bautismo nos permite percibir con nuestros sentidos humanos algo que está mucho más allá de nuestros sentidos humanos. Vemos el Bautismo visible y por fe creemos que está ocurriendo algo sagrado e invisible. ”Los 39 Artículos de la Religión” de 1563 de la Iglesia Anglicana, explican: “Los Sacramentos instituidos por Cristo, no solamente son señales de la Profesión de los Cristianos, sino más bien unos testimonios ciertos, y signos eficaces de la gracia y buena voluntad de Dios hacia nosotros por los cuales obra ÉL invisiblemente en nosotros” (Artículo XXV).
Ahora, ¿qué es eso invisible que obra Dios a través de la Iglesia en el Bautismo?
La palabra en griego traducida como bautismo es “baptisma” y significa “sumergir” no echar un poco de agua sobre la cabeza de la persona.
En esta inmersión en agua Dios sella a través de la Iglesia lo que ya comenzó a suceder en la vida privada del que está en Cristo. Pero debemos tener cuidado en esto, el Bautismo no está autenticando la fe en Cristo de cada persona en particular. Dios no le está diciendo en el Bautismo a cada persona: “Tu fe es verdadera y eres hijo de Dios”. Porque sino tendríamos que decir que cada persona que se bautiza es necesariamente hijo de Dios.
En Hechos 8:13 vemos que bajo el ministerio de Felipe, Simón el mago fue bautizado, y luego Pedro lo reprendió afirmándole que él no tenía nada que ver con Cristo. Sin embargo había sido bautizado.
Dios, a través de la Iglesia en el Bautismo, garantiza, autentica, que si alguien ha creído en Cristo, tiene perdón de pecados, el Espíritu Santo está en ÉL y es añadido a la Iglesia.
¿Qué pasa si la persona que se bautiza no tiene fe en Cristo?
El Bautismo es eficaz solamente si la persona genuinamente ha puesto su fe en Cristo.
CRISTIANISMO INDIVIDUAL SIGLO XXI
Todo esto, en una cultura individualista como la que nos rodea, es difícil de entender, porque el creyente actual imagina que con lo que vive personalmente es suficiente. Pero en el Cristianismo del Nuevo Testamento el cristiano necesita esta autenticación pública del Bautismo en la Iglesia. Por decirlo así, la Iglesia es la autoridad oficial del Cielo en la Tierra.
El problema es que hoy en día, en una era tan individualista, nos cuesta entender la Iglesia como Dios la entiende, y cómo los cristianos de los primeros siglos la entendían. Nos rodea una cultura tan individualista que llegamos a imaginar que la fe cristiana es puramente algo individual. Pero para Dios no lo es. El individualismo es contrario a la fe cristiana. El Nuevo Testamento no muestra ni por un segundo un cristianismo individual en el que uno ya tiene todo individualmente y decide, como un añadido, comenzar a asistir a eventos de domingo en alguna congregación, hasta que de pronto decide probar en otro lado porque le parece que recibirá un mejor servicio. Eso es algo totalmente novedoso que recién lo encontramos en el mundo a partir de mediados del siglo pasado. Y que derivó en las últimas 2 décadas a que existan directamente personas que dicen que viven su fe solos. Que tienen todo lo que necesitan en Cristo y la Biblia.
En una cultura así cuesta entender la vida de Iglesia, y por supuesto cuesta entender la importancia de los Sacramentos. En el Cristianismo del Nuevo Testamento nadie es cristiano si no está añadido a su Iglesia y viviendo una relación profunda de Iglesia.
Así los discípulos le dicen a Jesús: “Enséñanos a orar”, y Jesús les dice: “Cuando oréis, decid: Padre NUESTRO que estás en los cielos” (Lucas 11:1,2).
El apóstol Pablo, en Efesios 4, explica que los cristianos tienen que estar unidos en “un cuerpo, y un Espíritu... una misma esperanza... un Señor, una fe, UN BAUTISMO, un Dios y Padre de todos” (Efesios 4:4-6). ¡Estas son las señales de un cristiano! Está unido a la Iglesia en un cuerpo y Espíritu, en una misma fe y está bautizado en la Iglesia a la que se añadió comprometidamente: “un Bautismo”.
Y Pablo explica que así, unidos y con ministerios específicos dados por Cristo (Efesios 4:11), “crecemos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro”.
DIOS A TRAVÉS DE LA IGLESIA
Aquel que está en Cristo es hijo de Dios al creer en Cristo individualmente, pero Dios obra a través de la Iglesia para autenticar ese hecho. Dios obra a través de la Iglesia en el Bautismo para autenticar el perdón de los pecados en aquel que cree en Jesús, y Dios obra a través de la Iglesia en el Bautismo para injertar en la Iglesia a la persona que creyó en Cristo.
Pedro predicó en Pentecostés, mucha gente que lo escuchaba se arrepintió y creyó, y dice Hechos 2:41: “Los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”.
¿Quienes fueron bautizados?
“Los que recibieron su palabra”.
¿A dónde se “añadieron” y cómo se añadieron?
No sólo a la Iglesia global de Cristo, sino que por medio del Bautismo fueron injertados a la Iglesia global y a una Iglesia local en Jerusalén en la que perseveraron (Hechos 2:42).
Por eso, los “39 Artículos de la Religión” de la Iglesia Anglicana dicen que el Bautismo es "un signo por el cual, como por medio de un instrumento, aquellos que lo reciben son justamente injertados en la Iglesia" (Artículo XXVII).
El Espíritu Santo, en el Bautismo, obra de una manera única, añadiendo al creyente a la Iglesia. Así 1 Corintios 12:13 dice: “Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo”.
El que cree en Jesús está unido a Jesús. Por lo tanto, si Jesús murió, el creyente es unido a la muerte de Jesús:
Romanos 6:3,4:
“3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo...”.
El que cree en Jesús está unido a Jesús. Por lo tanto, si Jesús resucitó, el creyente es unido a la resurrección de Jesús:
Romanos 6:4:
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”.
Así Colosenses 2:12 afirma: “Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él”.
El que está en Cristo está unido a Cristo, por tanto está muerto a la vieja vida y resucitó a una nueva vida en la que el Espíritu Santo lo añade a la familia de Dios. Si Jesús es Hijo de Dios, el que está en Cristo es hijo de Dios. ¡Al igual que en el Bautismo público de Jesús, en el Bautismo del nuevo cristiano, el Espíritu Santo empodera y el Padre sella esa posición de hijo de Dios!
De esta manera Gálatas 3:27 afirma: "todos los que fueron bautizados en Cristo, de Cristo están revestidos”.
¡Esto solo sucede en aquel que se ha arrepentido de su rebelión contra Dios, renuncia al mundo, la carne y el diablo, debido a que cree en Cristo, y por lo tanto está en Cristo!
Por eso, históricamente, a la persona que se va a bautizar, se le hace dar un testimonio público antes del Bautismo. Y en ese testimonio público la persona dice:
“Renuncio al diablo y todas sus obras, renuncio a la vida vana de este mundo, y a los deseos de la carne”. Y después de esto se le pregunta si afirma el Credo, preguntándole: “¿Crees en Dios Padre todopoderoso?”. Y la persona responde: “Yo creo”, y así con cada parte del Credo.
Como afirma la “Confesión Belga” de 1561: “Los ministros nos dan de su parte el Sacramento, y lo que es visible: pero nuestro Señor da lo que por el Sacramento es significado, a saber, los dones y gracias invisibles” (Artículo 34).
NO estas cosas por primera vez, sino como avance de estas cosas y profundización de forma real y concreta a través de la Iglesia.
LOS BEBÉS NO PUEDEN CREER EN JESÚS
Dicho todo esto, podemos recordar que el intento continuo de Satanás es el de alejar a la Iglesia de la centralidad de la fe en Jesús. Y esto es lo que intenta también con los Sacramentos, como si fueran una especie de actos mágicos que operan más allá de la unión con Cristo por la fe. El sacerdote mágico rocía con un poco de agua mágica y la persona recibe nuevos poderes mágicos.
Si con el Bautismo no se explica el evangelio y no se une el Bautismo al evangelio y a la fe en Cristo, no es más que superstición. Tan pagana como cualquier superstición.
Y eso es lo que vive la mayoría de las personas cuando llevan a sus bebés a que los bautice un sacerdote romano. El bebé obviamente es totalmente inconsciente de lo que está sucediendo, pero infinidad de padres son casi tan inconscientes como esos bebés. Ellos no están en Cristo ni tienen ni idea qué significa estar en Cristo.
Si en el Bautismo, la persona es añadida a la Iglesia, ¿un bebé puede ser añadido al cuerpo de Cristo, a la Iglesia, y a la familia de Dios, sin haber puesto su fe en Cristo, y por tanto sin estar en Cristo?
NO. Imposible.
¿Cómo puede estar alguien en Cristo sin creer en Cristo?
NO. Imposible.
Por lo que prometerle a los padres que a ese bebé se lo está añadiendo por el Bautismo al cuerpo de Cristo, a la Iglesia, y a la familia de Dios, es mentirle, y hacerlos participar de una superstición en la que el sacerdote mágico rocía con un poco de agua mágica.
El que cree en Jesús está unido a Jesús. Por lo tanto, si Jesús murió, el creyente es unido a la muerte de Jesús, y si Jesús resucitó, el creyente es unido a la resurrección de Jesús (Romanos 6:3,4), y esto es sellado en el Bautismo, y así en su Bautismo es revestido de Cristo (Gálatas 3:27).
¿Cómo puede un bebé estar unido por la fe en Cristo a Cristo en su muerte y resurrección, y estar revestido de Cristo, si no puso su fe en Cristo? NO. Imposible.
Por lo tanto el Bautismo está separado de la fe en Cristo, y no es más que un rito de superstición del sacerdote mágico que rocía un poco de agua mágica.
Así Colosenses 2:12 afirma: “Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él”.
El que está en Cristo está unido a Cristo, por tanto está muerto a la vieja vida y resucitó a una nueva vida en la que el Espíritu Santo lo añade a la familia de Dios. Si Jesús es Hijo de Dios, el que está en Cristo es hijo de Dios.
Ahora, pregunto, ¿cómo puede reflejar visiblemente un poquito de agua en la cabeza Romanos 6:3,4 y Colosenses 2:12? En estos pasajes la inmersión del cristiano en el agua refleja la sepultura de la vieja vida del cristiano junto con Cristo, y cuando emerge del agua refleja la resurrección del cristiano a la nueva vida junto con Cristo?
¿Cómo puede reflejar visiblemente esto un poquito de agua en la cabeza?
NO puede.
En la liturgia del Bautismo históricamente la persona que se va a bautizar da un testimonio público antes del Bautismo. Y en ese testimonio público la persona dice:
“Renuncio al diablo y todas sus obras, renuncio a la vida vana de este mundo, y a los deseos de la carne”. Y después de esto se le pregunta si afirma el Credo, preguntándole: “¿Crees en Dios Padre todopoderoso?”. Y la persona responde: “Yo creo”, y así con cada parte del Credo.
¿Por qué se hace esto?
Porque el Bautismo está unido a la fe de la persona en Cristo.
Por eso dice “renuncio”, por eso dice “Yo creo”.
¿Puede hacer esto un bebé?
NO. Imposible.
Y nada en la Biblia dice que hay un tipo de Bautismo para los adultos en el que deben estar arrepentidos, renunciar al mundo y creer, y hay otro tipo de Bautismo en el que no es necesario.
En el Nuevo Testamento hay un solo tipo de Bautismo.
LA FE EN EL BAUTISMO DE NIÑOS
Veamos de forma rápida argumentos de por qué se bautiza bebés.
1- la Iglesia Romana dice que, en el Bautismo, Dios no obra por la fe del niño (ya que no puede creer) sino por la fe de los padres o personas a cargo y la fe de la Iglesia. Y para esto utilizan el pasaje de Lucas 5:18-20, en el que unos hombres bajaron por el techo a un hombre que estaba paralítico, y dice Lucas 5:19: “al ver (Jesús) la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados”.
Esto, dice la Iglesia Romana, es lo mismo que pasa en el Bautismo de niños, Dios regenera al niño en el Bautismo por la fe de los padres.
Sobre este pasaje puntual podemos decir que cuando el pasaje dice: “al ver él la fe de ellos” no está excluyendo de ninguna manera la fe del hombre paralítico. No dice: “los que llevaron al hombre paralítico creyeron, y el hombre paralítico no”. Jesús vio un acto de fe que incluía la fe del hombre paralítico. En el caso de un bebé no hay ninguna fe en Jesús de parte del bebé.
También usan el pasaje de Jairo creyendo aún cuando su hija había muerto, y Cristo la sana por la fe de su padre (Marcos 5:35-42), para decir que de la misma manera los padres creen por el bebé en su Bautismo.
Pero, afirmar que una persona se salva porque otro cree es hacer un cambio gigantesco al evangelio. De pronto puedo andar creyendo por muchas otras personas para que nazcan de nuevo por el Espíritu Santo y puedo ir por la calle haciendo nacer de nuevo a todo el mundo sin que ellos crean.
Así, de esta manera, el Catecismo de la Iglesia Romana dice que el bebé por el Bautismo es “regenerado como hijo de Dios” (1213) y recibe “un baño que purifica, santifica y justifica” (1227).
2- luego hay algunos movimientos evangélicos que bautizan bebés, no por la fe de los padres, sino porque aseguran que los bebés creen de forma inconsciente y misteriosa. Lo cual es un completo delirio que no se puede sostener con las Escrituras jamás de los jamases.
Para todo esto se suele argumentar que cuando unas madres trajeron niños a Jesús y los discípulos las detuvieron, Jesús dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Marcos 10:14,15). Y que eso avala el Bautismo de bebés. Pero 1) Jesús no bautizó a esos bebés, sino que los bendijo (Marcos 10:16), y 2) Jesús solo está haciendo una especie de parábola para decirnos la actitud que debemos tener hacia el reino de Dios. Lo mismo lo hace cuando los 70 discípulos vuelven de predicar y dice: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños” (Lucas 10:21), y lo mismo cuando entra a Jerusalén y la gente grita “Hosanna”, y él dice: “De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza” (Mateo 21:16). Está exaltando cualidades de la niñez que debemos imitar. Nada más.
¿Esto habla de Bautismo de bebés? No.
SE REQUIERE LA FE PERSONAL
Todo esto va contra la doctrina apostólica reflejada en el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento encontramos que la fe personal era un requisito para el Bautismo, y no encontramos jamás un bautismo de bebés.
Pedro predicó en Pentecostés a una multitud. Y dice Hechos 2:41: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”.
Bautizaron a los que “recibieron (la) palabra” que predicó Pedro, o dicho de otro modo, bautizaron a los que por la predicación de Pedro creyeron en Jesús. ¿Cómo podrían haber recibido la predicación de Pedro los bebés?
No pueden.
Según Hechos 8, Felipe “le anunció el evangelio de Jesús” a un hombre etíope, “y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. Así que Felipe le bautizó (Hechos 8:35-38).
Felipe le explica a este hombre que el requisito para ser bautizado es “creer que Jesucristo es el Hijo de Dios”. ¿Cómo podría haber creído en ese momento que Jesucristo es el Hijo de Dios un bebé?
No puede.
Pedro fue a la casa de Cornelio y le predicó a él y a su casa, y dice Hechos 10:44: “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso”.
El Espíritu Santo cayó “sobre todos los que oían el discurso”. No se refiere a solo oír, sino a aquellos que estaban escuchando y prestando atención a lo que Pedro decía.
Y a estos que habían prestado atención al discurso los bautizaron. Según Hechos 10:47, Pedro dijo: “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?”.
¿Cómo Pedro vio que ya tenían lo necesario para recibir el Bautismo?
Porque ellos habían “recibido el Espíritu Santo”.
¿Quienes habían “recibido el Espíritu Santo”?
Hechos 10:44 afirma que “recibieron el Espíritu Santo” “todos los que oían el discurso”.
El agua del Bautismo era para los “que habían recibido el Espíritu Santo”. Y el versículo 44 dice que “el Espíritu Santo cayó sobre todos los que habían oído el discurso”.
Por ende bautizaron a todos lo que habían prestado atención al discurso de Pedro
¿Cómo podría haber prestado atención a la predicación del evangelio un bebé?
No puede.
Lo mismo sucede con el carcelero de Filipos. Según Hechos 16:32, Pablo “le habló la palabra del Señor al carcelero y a todos los que estaban en su casa”, y después de esto el carcelero se bautizó “con todos los suyos” (Hechos 16:33). ¿Quiénes eran “todos los suyos”? Todos aquellos que Hechos 16:32, dice que Pablo “le habló la palabra del Señor”. Al carcelero y “a todos los que estaban en su casa”.
Un bebé no hubiera podido escuchar y entender la Palabra del Señor predicada por Pablo. Por lo tanto bautizaron a todos los que escucharon y creyeron.
Lo mismo sucede con Crispo en Hechos 18:8: “Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados”.
Crispo y los de su casa creyeron en el Señor, y ellos que creyeron en el Señor, fueron bautizados. “Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa”. ¿Creyó solo Crispo? No. “Creyó en el Señor con toda su casa”.
Lo mismo es el caso de “la familia de Estéfanas” que fue bautizada (1 Corintios 1:16), pero que en 1 Corintios 16:15 vemos que tenían la edad suficiente para “dedicarse al servicio de los santos”.
Todo esto nos muestra que el argumento que utilizan los que bautizan bebés de que en el Nuevo Testamento se bautizaba toda la casa incluyendo a los bebés es falso. Cuando habla de una persona y su casa está incluyendo a aquellos que oyeron el evangelio y creyeron, porque el Bautismo es para aquellos que ya están en Cristo.
Por todo esto decimos que solamente bautizamos personas conscientes que se arrepienten de pecado y creen en Jesús.
Si queremos sintetizar todo lo que hemos hablado, y decirlo de la forma sencilla posible, podemos afirmar que: el Bautismo es una señal visible de la obra que ya Dios está haciendo y continúa haciendo por el Bautismo como un sello a través de la Iglesia, en aquellos que han escuchado el evangelio y a través de él han creído en Jesús, añadiendo al que está en Cristo a la familia de Dios.
¡Esa es la síntesis del acto sagrado y solemne del Bautismo!
¡Por lo que esto no puede incluir a bebés!
CÓMO LO PRACTICAMOS
Missio provee a las personas que llegan a la congregación de un discipulado que llamamos "Catequesis Missio" con duración de alrededor de 5 meses, en el que la persona aprende, es guiada para seguir a Cristo, conoce nuestra fe y práctica, y confirma que Missio es la congregación en la que el Señor quiere que esté o no. Y también en este período Missio conoce a la persona y conoce cuál es el estado de su fe.
Si al terminar la Catequesis la persona ha confirmado que Missio es su Iglesia y se hizo notorio que verdaderamente su fe está en Cristo, es bautizada, en el caso de no haberse bautizado con anterioridad. De lo contrario no.
Cuando la persona se bautiza se la considera parte del cuerpo de Cristo, y miembro de Missio.
En esta "Catequesis Missio" también participan las personas nuevas en Missio que vienen de otra congregación, y las personas que se apartaron de la Iglesia (las cuales en caso de ya estar bautizadas, no necesitan en absoluto volver a hacerlo).
Nadie puede participar en la Sagrada Comunión hasta que hayan terminado su "Catequesis Missio" y sean bautizados.
Bautizamos por inmersión a las personas que, no habiéndose bautizado con anterioridad, conscientemente han manifestado arrepentimiento y fe en Jesús.
En el momento antes de ser bautizada, la persona debe hacer una profesión pública de su fe (Mateo 10:32; 1 Timoteo 6:12,13; Hebreos 3:1; 4:14), confesando a Jesús como su Señor, creyendo en su corazón que Dios le levantó de los muertos (Romanos 10:8-10), y haciendo un compromiso de por vida con el Señor; lo cual es resultado necesario de su salvación (Hebreos 10:23).
Los bautismos se realizan en cualquiera de estos 4 momentos del año:
-Domingo de Resurrección.
-Domingo de Pentecostés.
-Domingo siguiente al llamado “Día de la Santa Cruz” y la Tercera Témpora.
-Domingo de Navidad (o el domingo siguiente a la Navidad).
Para esto recomendamos ayunar antes del bautismo al menos un día (aprende sobre el ayuno AQUÍ).
-El "Viernes Santo" si te bautizas en Domingo de Resurrección.
-Sábado si te bautizas en Domingo de Pentecostés.
-Sábado si te bautizas el domingo siguiente al llamado “Día de la Santa Cruz” y la Tercera Témpora.
-Viernes si te bautizas en Domingo de Navidad.
Belgrano 30, Córdoba capital, Argentina.
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